Revista Cultura y Ocio

“No anden hambrientas”: Carta de 28 de junio de 1577

Por Maria Jose Pérez González @BlogTeresa

“No anden hambrientas”: Carta de 28 de junio de 1577

Desde que Teresa de Jesús y María de San José se separan, después de la fundación de Sevilla en la que María quedó como priora, ya nunca volverán a verse, y solo se comunicarán a través de la correspondencia.

El tono de las cartas suele ser amistoso, con un alto índice de afectividad. Obsérvese, por ejemplo, cómo Teresa no tiene reparo en expresar su cariño por María de San José, con frases como “Dios me la guarde, que no sé cómo la quiero tanto”. Se palpa la confianza, a través de las líneas. Teresa aprovecha las cartas para instruir a la joven priora,  guiarla en su misión, acompañarla espiritualmente, y de vez en cuando, para amonestarla. Esto sucede cuando María, una mujer culta, inteligente y decidida, tomaba decisiones por su cuenta, sin contrastarlas con ella. Algo de esto encontraremos en esta carta, escrita desde Toledo el 28 de junio de 1577.

La Madre comienza dictando a la secretaria, pero a partir del tercer párrafo, escribe ella misma. La abundante correspondencia, junto a su precaria salud, le llevará, con frecuencia, a recurrir, muy a su pesar, a la “mano ajena”. Con todo, se reserva temas delicados (“cosa secreta”) y cartas de cumplimiento: «lo que tengo de mejoría es no tener tanta flaqueza, que puedo escribir y trabajar con ella más que suelo; mas el ruido está en un ser y harto penoso, y así escribo de mano ajena, si no es cosa secreta, a todas, o forzosas cartas con quien he de cumplir».

Uno de los temas que suele aparecer en la correspondencia con María de San José es el tema de las admisiones a la comunidad. Aquí, Teresa insta a María a que no tenga reparo en recibir a una “esclavilla” (una joven candidata negra) y su hermana en el Carmelo sevillano: “en ninguna manera resista”. Algo sorprendente para la mentalidad de la época. No tenemos más noticias sobre este asunto que las que encontramos en esta carta. La Madre hace gala de una gran apertura de mente, y da a la priora de Sevilla un criterio saludable: «A la una ni a la otra no apriete con perfecciones; basta que guarden lo esencial bien». La falta de información sobre ellas nos hace pensar que, finalmente, no ingresaron en el monasterio.

Otro aspecto que nos lleva a conocer el humanismo teresiano es el interés por la salud de María. Ante sus achaques, pide que no tenga reparo en “regalarse”, es decir, cuidarse con delicadeza, más allá de los rigores conventuales: «y por caridad que se regale; y a la mi Gabriela. Traigan lienzo y déjese de rigor en tiempo de tanta necesidad».

La “mi Gabriela”, a quien menciona con frecuencia de este modo tan afectuoso es Leonor de San Gabriel, enfermera de la Santa en Sevilla, que más tarde iría en el grupo fundador a Córdoba.

A pesar del tono cariñoso de la carta y de la verdadera amistad entre la Santa y María de San José, encontramos, al final, el rastro de un tema que provocó un largo desencuentro entre ambas. María de San José era, como decíamos, una mujer con criterios propios, y algunas veces actuaba por su cuenta, en asuntos en los que la Santa tenía un parecer diferente. Este es el caso, por ejemplo, se trata del proyecto de la Madre María de trasladar el convento a un nuevo edificio, algo que se llevaría a cabo, finalmente, ya fallecida la Madre Teresa. En la carta que nos ocupa, la reprimenda incluye al prior de los carmelitas de Sevilla, Gregorio Nacianceno: «¡Oh, qué carta la escribí a ella y al padre fray Gregorio! Plega a Dios que llegue allá. ¡Y cuáles los paro por el mudar de la casa! Yo no entiendo cómo pudieron poner en plática tan gran disparate».

La misiva termina expresando la inquietud de Teresa por el hecho de que las hermanas de Sevilla estén pasando hambre: «No anden hambrientas, que me da mucha pena». Les aconseja que pidan prestado, si es necesario, que Dios proveerá para que puedan devolverlo más adelante. Vemos cómo la Madre, tras dejar establecido un monasterio, no lo abandonaba a su suerte, sino que seguía muy de cerca los pormenores de su día a día, vibrando con sus alegrías y preocupándose por sus necesidades.

Puede  leerse la carta en este enlace:

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