Las antologías de relatos suelen ser un cúmulo de altibajos, una dificultad añadida en la que unas historias prevalecen o destacan sobre otras. Lo complicado de una antología es buscar el punto de equilibrio, y No apagues la luz (2013) de A.M. Caliani se acerca mucho a este equilibrio.
Su prólogo nos advierte que nos adentramos en un mundo gobernado por el miedo y que, por tanto, es mejor no apagar la luz. Debo admitir que el autor, dirigiéndose en primera persona, llegó a inquietarme lo suficiente como para sentir un ligero cosquilleo. En este punto, la antología parecía prometer.
El primer relato, El cuarto de Sonia, narra la típica historia de los jóvenes padres que se instalan en un piso nuevo y descubren que con ellos vive alguien más. Aunque bien narrado, el argumento no me llamó demasiado la atención.
La tabla de ouija peca de lo mismo que el primer relato: poco novedoso. Aquí se narran las consecuencias de jugar a lo prohibido, de molestar a quien no se debe. Aunque la historia también es muy típica, la carga de tensión la hace muy interesante.
Whiskyman se merece una novela corta. Así lo digo. Me ha parecido un relato inquietante, humano y sobrecogedor. Caliani mezcla el drama del alcoholismo, la ternura materna y el mal primigenio a partes iguales. Muy recomendable.
Purgatorio es una historia de amor y espíritus. Bonito por lo terrorífico del conjunto. Y con mensaje.
Visiones de la parca narra la pesadilla de un hombre que contempla a la muerte en todas partes. Un relato cargado de angustia, en el cual se depende de la sensibilidad del lector para sentirse identificado con la historia.
El alfiler es un relato dramático, que juega con el concepto de los muñecos de vudú pero al modo Caliani. Me ha gustado, y con un final que no te deja indiferente.
Inmune habla de la deshumanización del superviviente en un mundo apocalíptico. Relato que desprende frialdad y que hará las delicias a los fanáticos del género zombie por sus puntos en común.
Un tipo cabal está en mi particular podio. Tenemos ante nosotros un relato corto y directo a la yugular, de esos que te hacen fruncir el ceño y que termina rematado con un final trepidante.
Aisha Kandisha nos retoma al pasado a través de las páginas de un diario. Un fuerte militar ha sido atacado desde dentro, y su guarnición encerrada. Una historia muy recomendable pero con más acción e intriga que miedo.
Los niños del molino me recordó a Los chicos del maíz, salvando las distancias. Una historia muy de Stephen King. Me ha gustado, aunque su final me pareció precipitado y demasiado correcto.
Loxósceles Laeta me ha parecido un buen relato, aunque en ocasiones me ha saturado tanta tensión. Aunque ¿cómo describir la llegada de tu propia muerte?
Luna total, el último relato de la antología es el que menos me ha gustado de todos. Una diversión del autor en la que mezcla aliens con otras criaturas. Reminiscencias a la película La Cosa, en la que se juega con la paranoia. Un relato demasiado cinematográfico para mi gusto.
Y si bien en su prólogo Caliani nos advertía que no apagásemos la luz, en su epílogo nos sugiere que ya podemos hacerlo, aunque atendiéndonos a las posibles consecuencias.
¿Conclusión? Trece relatos, un prólogo y un epílogo que buscan transmitir miedo jugando con las historias clásicas del terror. Vudú, la muerte, el apocalipsis, espíritus, fantasmas, criaturas de la noche,... Con cierto estilo particular muy bien escrito pero que en ocasiones le falta originalidad.