Travers Goff. Él tuvo la culpa de todo. La mala vida que dio a su hija Helen generó primero un seudónimo, P.L. Travers (ella quiso utilizar el nombre de pila de su padre), y, más tarde, un personaje que quedó para siempre en la literatura y el cine, Mary Poppins. Parecerá un sacrilegio, pero resulta mucho más interesante la escritora y la película que la retrata y habla de cómo se terminó filmando la adaptación de Disney de las aventuras de su creación más emblemática, Al encuentro de Mr. Banks, que las propias traslaciones a la pantalla grande de sus libros.
Han pasado 54 años desde que se rodó la Mary Poppins de Julie Andrews, el periodo más largo entre un largometraje y su secuela. La acción en El regreso de Mary Poppins pasa de principios de siglo a los años 30, en plena depresión económica. Nos seguimos encontrando en Londres, en el número 17 de la calle del Cerezo. Michael y Jane han crecido. Él es viudo y tiene dos hijos. De nuevo, las garras del banco se alzan contra ellos amenazando con quitarles su casa si no devuelven el préstamo de la hipoteca en cinco días. Entre ese mar de negros nubarrones surge una silueta conocida que baja del cielo paraguas en mano. Mary Poppins ha vuelto.
El crédito del director de Chicago, Rob Marshall, tras su éxito inicial en el musical, ha ido menguando en sus siguientes incursiones dentro del género. Nine e Into the Woods no brillaron a la altura de lo esperado. Aquí ha optado por la fidelidad al original, tanto en lo argumental como en lo formal. Si bien el rodaje en exteriores londinenses aporta una dosis de realismo que supera los decorados de estudio de la versión de los sesenta y las secuencias que mezclan imagen real y animación se han realizado utilizando la técnica tradicional, a mano, otorgando una pátina nostálgica que lo digital no hubiese conseguido, el tono del guión, excesivamente infantil rayando en lo empalagoso, va dejando fuera de juego, minuto a minuto, a cada espectador adulto que se haya acercado a la sala bien en solitario, bien acompañando a hijas, sobrinos o nietas.
Los pequeños disfrutarán de su primer encuentro con la niñera de cabo a rabo, el resto hemos de esperar hasta el tramo final para que la película sea capaz de captar nuestro interés a través de destellos intermitentes en la resolución de la trama, gracias a guiños a su clásica hermana mayor en forma de apariciones sorpresa y referencias a canciones como Feed the birds o Let´s go fly a kite, y secuencias cuya iluminación y coreografía nos traen recuerdos de Un americano en París. Muy a nuestro pesar, el libreto vuelve a las andadas en un epílogo que incrementa una excesiva duración, lastrada por momentos prescindibles como la aparición episódica de Meryl Streep, que sumada a la errónea elección en el casting de Lin-Manuel Miranda nos deja un amargo sabor a decepción.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos
Copyright imágenes © Lucamar Productions, Marc Platt Productions, Walt Disney Pictures. Cortesía de Walt Disney Studios España. Reservados todos los derechos.
El regreso de Mary Poppins
Dirección: Rob Marshall
Guión: David Magee, basado en las historias de “Mary Poppins” de P.L. Travers
Intérpretes: Emily Blunt, Lin-Manuel Miranda, Ben Whishaw
Música: Mark Shaiman y Scott Whitman
Fotografía: Dion Beebe
Duración: 130 min.
Estados Unidos, 2018
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