Durante el siglo XIX, en lo que hoy día son los países industrializados, y actualmente en numerosos del Tercer Mundo, se ha puesto énfasis en la importancia del ahorro para el progreso económico. pero el ahorro no basta. Cuando se subraya su importancia estamos dando por supuesto que, una vez generada la abstención que el ahorro implica, habrá infinitas oportunidades de invertirlo, generando nuevos medios materiales para producir más y emplear más hombres. Pero no siempre es así. Ahorrar es dejar de consumir parte de lo ganado; y, si esa filtración que debió ir al gasto no vuelve a él por otro conducto, si no retorna en forma de compra de bienes de equipo y similares, entonces el circuito económico tiene "fugas". La falta de suficiente gasto deprime la economía en su conjunto. Para un individuo aislado, cuanto más ahorre es más rico, aunque no lo invierta; para el conjunto de una sociedad, ahorrar sin invertir es pernicioso. "Hay virtudes privadas que son vicios sociales".