En el post de ayer, El lenguaje del Universo, hablábamos de cómo para conseguir objetivos se necesitaba una coherencia entre 4 variables:
1. Deseo (Quiero) 2. Convicción (Creo).3. Aceptación (Merezco).4. Compromiso (Entrega).
Hoy me quiero detener en la segunda de ellas: la Convicción; esto es, las Creencias. Si Deseas algo, pero no te Crees que es posible, con toda seguridad no lo conseguirás. Tu fuerza, consciente e inconsciente es muy débil.
Hemos sobrevalorado la voluntad. La voluntad es importante, sin dudas, pero hay algo previo a ella: las Creencias (posibilitadoras o limitantes) que se instalan en nuestro Inconsciente entre los 0 y 6 años a través de 2 vías: lo que nos dicen (modelo verbal) y lo que vemos (modelo visual).
Te contaré algo. Científicos estadounidenses llevaron a cabo un estudio con una serie de niños para saber qué oían exactamente al cabo de un día. Colocaron micrófonos detrás de las orejas de los pequeños y lo grabaron todo durante veinticuatro horas. Con los datos que obtuvieron descubrieron que un niño desde que nace hasta que cumple los ocho años de edad oye más de cien mil veces la palabra «No»: «¡No hagas eso!», «¡No pongas el dedo ahí!», «¡No vayas por allí!»... Y otro dato llamativo: un niño por cada elogio recibe nueve reprimendas. Muchas limitaciones son producto de los mensajes negativos que hemos ido absorbiendo de nuestro entorno y que nos hacen la vida cuesta arriba.
Las Creencias son un software que se ejecuta automáticamente, fielmente; como cuando en Word das a la tecla ENTER del ordenador y salta de línea; es así, porque el programador así lo ha configurado. Si el programador hubiese establecido que al dar al ENTER escribiese en rojo, lo haría, pero no es lo que se ha configurado. Ese software (Inconsciente), no juzga si algo es cierto o no, ni si es bueno o no, ni si es justo o injusto... simplemente ejecuta la orden establecida rigurosamente.
Si tus Creencias son de escasez, pobres, poco ambiciosas, porque así te lo han hecho creer... es muy difícil que consigas tus Deseos. Ya hemos dicho aquí que la falta de resultados son a menudo producto de la falta de autoestima: no soy capaz, no voy a poder, etc... Para alcanzar metas, no basta quererlas sino hay que creérselas.
Ya hicimos referencia en otra ocasión al caso de la pulga. Coloque una pulga dentro de un frasco y tápelo. En ese momento la pulga empieza a saltar, pero como el frasco está cerrado, no puede salir. Tras varios intentos frustrados, llega un momento en que decide pararse definitivamente: ha llegado a la conclusión de que es imposible escapar. En ese momento, usted puede quitar la tapa del frasco que la pulga no intentará salir jamás. Si lo intentase, lo conseguiría, pero ha quedado programada para creer que no tiene salida.
En el mundo del circo, con el adiestramiento de los elefantes, sucede algo parecido. Cuando el animal acaba de nacer, se le ata la pata a un árbol. Como es demasiado pequeño, intenta soltarse pero su falta de fuerza se lo impide. Después de varios intentos, desiste. Ya adulto, en el circo, cuando el domador ata la pata del animal a un taburete, el elefante permanece quieto y no intenta huir. Si lo hiciese se llevaría todo por delante, sin embargo, asocia la cuerda a la ausencia de escapatoria y no se mueve.
Hay gente que trabaja muy duro, se deja la piel, pero sus resultados son pobres. Si tus deseos (verdaderos) son unos, y tus resultados son otros, es que probablemente existe un conflicto entre lo que quieres (conscientemente) y lo que crees (inconscientemente). Y ahí triunfa este último. Hay Creencias que te empujan para arriba y otras te tiran para abajo.
La siguiente historia lo refleja bien:
Un joven hindú se bañaba un día en las aguas del Ganges. Estaba allí con su maestro, al cual le habían preguntado muchas veces qué había que hacer para conseguir lo que quisiera. El sabio le había explicado que no podría conseguirlo sólo con la voluntad: era necesario hacer intervenir al corazón y al alma.
Como el joven no comprendía muy bien el significado de sus palabras, el maestro tuvo una idea interesante. Hundió la cabeza de su discípulo bajo el agua y la mantuvo así durante un tiempo. Cuando el adolescente comenzó a sofocarse, le liberó.
Mientras el joven se recuperaba, el maestro le preguntó:
– ¿Qué es lo que más deseabas en el mundo cuando estabas con la cabeza bajo el agua?
El pupilo contestó:
– ¡Aire, sólo aire!
El maestro dijo entonces:
– Podrás conseguir lo que deseas si lo anhelas con todas tus fuerzas y sólo deseas conseguir ese objetivo. En resumen, tienes que sentir que lo deseas con una necesidad y una emoción parecidas a las que sentiste cuando, estando bajo el agua, lo único que te importaba del mundo era respirar inmediatamente.
Kazuo Inamori, Fundador de la empresa de tecnología Kyocerea, afirmaba cierta vez: "Para tener éxito en algo debemos desearlo de una forma tan intensa que alcance e impregne nuestro subconsciente".
En otro post, más adelante, hablaré de cómo re-programar tus creencias, para que puedas desplegar todo el potencial que todo ser humano atesora.
* Hoy en Libros de Management (@librosdemanagem) puedes leer Entrevista a J.Miguel Sánchez Guitián, autor del libro "Marca País".
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