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Después de filmar documentales durante la 2ª guerra mundial John Ford recibió el encargó de rodar esta película, la única que hizo sobre la contienda, un homenaje a los soldados desconocidos, esos que simplemente cumplieron con su obligación porque era lo que tocaba, aquellos que murieron y se dejaron la piel sin esperar nada a cambio y con el único propósito de servir a los suyos y ayudar a los que luchaban a su lado. La acción se sitúa en Filipinas en torno a una división de lanchas torpederas a lo largo de las primeras derrotas de EEUU en el Pacífico contra los japoneses y a parte de narrar sus idas y venidas logra hacer una descripción fantástica del microcosmos humano, hombres nobles, leales, buenos compañeros, soldados que luchan con la resignación de cumplir con su deber. Nadie ha descrito esos grupos humanos mejor que John Ford y ver la película es pura delicia.