Es común encontrar algún limeño autoexiliado en el Cusco que al mencionar la palabra “Lima” se le arruga la cara de asco, o encontrarse mochileros que se “saltan” las ciudades durante el viaje para no “contaminarse”. Para muchos que conozco, “ciudad” y sobre todo Lima, es sinónimo de perdición humana.
Tengo que decirlo… En los continuos amasamientos y complejos de mi personalidad traté que no me guste Lima por eso. Qué se yo, por una cuestión de pertenencia, de no-me-dejen-solo con mi opinión porque muchas son contrarias a lo normal (en secreto Lima me parecía recontra chévere). Tantas veces he pretendido ser algo, alguien por fin: un cusqueño, un exiliado, una víctima del sistema, un hippie, un agnóstico, un ateo, un pata sin Smartphone, un lo que sea, cualquier etiqueta, cualquier categoría amable, soft, coleccionando gustos de mentira, sonidos sin vibración, objetos sin culto.
Pero amo Lima.
La humedad me gusta. Disfruto la avenida Arequipa, caminar por Wilson, sentarme en la Plaza San Martín, transitar el malecón, bañarme en Agua Dulce, subir el cerro San Cristóbal, la 73, Larco, la gente apurada, los carros locos, la familia, la navidad con pavo, los seguros contra accidentes, el cumpleaños de la abuela, la abuela, leer sobre Chollywood en Perú.21, los problemas, los folders con documentos, el techo gris, etc. No me quejo, así es. Así-eres.
Me gusta, sí, porque eso también es el mundo y no puedo negarlo. Así vivimos, así es hoy la humanidad, así estamos y no pienso vivir en un espacio abstracto donde me quedo con lo bueno. Esa es mi casa, la ciudad donde nací, la tierra donde están mis hermanos, todos mis hermanos, y si debo cantar a algo o alguien, que no sea a las parcelas floridas de la faz, sino a la zona árida y que sea una canción fuerte que resista la sed en el desierto.
¿Por qué estoy en Cusco? Lima tiene un movimiento que ya no va conmigo. Cambié mucho en Cusco y ahora necesito estar detenido, lento, y Lima es una licuadora. No eres tú Lima, soy yo. Y yo vivo con pena por eso, porque ya no soy ingrediente para esa mezcla.
No eres tú, Lima; soy yo.
He sido un tipo sin personalidad por años pero hoy, que mis partes desmembradas regresan a mí desde no sé donde -de un viaje largo y penoso- te siento dentro mío, amorosa, sabia y hermosa. Perenne. No eres tú la que ha cambiado, sino mi forma de mirarte.
Dicen que no existen cosas bellas, solo ojos que las miran así. Los invito a mirar a Lima con nueva visión, que desde afuera se ven muchas cosas y sobre todo, se extraña con una sensación que es alegre y triste a la vez. Saudade le llaman en portugués.
Para mí, el amor es así.
Manuel Vera Tudela es músico, escritor y periodista. Actualmente vive en Cusco.