Revista América Latina

No es un adios,                               es un hasta pronto!

Por Andrea Y David Rodulfo Y Calvo @zaigua
No es un adios,                               es un hasta pronto!

Tras 942 días en ruta por las carreteras de latinoamérica, nuestro viaje llega a su fin... o no. ¿Será posible qué una experiencia tan enriquecedora se termine de un día para otro?

Con Iván Lomelí y su equipo quienes se encargaron de que la Zaigua estuviese en óptimas condiciones para el viajeCon Iván Lomelí y su equipo quienes se encargaron de que la Zaigua estuviese en óptimas condiciones para el viaje

 Ahora miramos hacia atrás y vemos lo diferentes que somos y como hemos cambiado. Antes de salir de Guadalajara, México, un 27 de Julio del 2012 tuvimos una preparación de casi 1 año, preparación que la verdad nos sirvió de muy poco, la teoría es una cosa pero la práctica es otra historia. Cuando comenzamos a planear nuestra "locura" a Andrea todavía le quedaban un par de semestres en la universidad y yo estaba muy cómodo con mis clases. Nuestro entorno cercano nos escuchaba pero nadie pensaba que nos fuéramos a marchar, si ni siquiera teníamos vehículo!!!

 

Siempre habíamos sido muy viajeros al estilo: llegaba el fin de semana y salíamos a acampar; o era Semana Santa y nos íbamos a hacer unos cuantos cientos de kilómetros; pero dejar todo de un día para otro para vivir en una camioneta es algo totalmente diferente. 

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Teníamos muchas cosas planeadas pero no teníamos lo más importante: el vehículo, de hecho no lo conseguimos hasta dos meses antes de salir. En cuanto al modelo no había discusión, tenía que ser una combi sí o sí. No sabíamos porque pero cada vez que veíamos una, se nos dibujaba una sonrisa, eso tenía que ser una señal.

 

Nuestros conocimientos de mecánica eran escasos, por no decir nulos, pero el destino nos puso en las manos adecuadas y no solo conseguimos nuestra "Zaigua", sino que también la acomodamos como nuestra casa. Bueno esto es un decir porque lo único que hicimos bien fue poner una cama fija y todo lo demás pues... ahí como se podía. Nuestro entusiasmo por salir superaba cualquier contratiempo, estaba decidido nos íbamos a marchar!

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Salimos de Guadalajara con mucha ilusión pero también con miedo ¿dónde íbamos a dormir por la noche? ¿quién nos podría echar una mano si no conociamos a nadie? ¿y para bañarnos? y así un montón de incertidumbres. Dejamos que el destino decidiera por nosotros y confiamos en el cliché de "por algo será".

 

Las primeras dos semanas fueron un aprendizaje intensivo, casi todo había que reorganizarlo otra vez. Era normal, era nuestro primer viaje con la combi, la primera vez que salíamos de Guadalajara con ella y decididos a recorrer la ruta panamericana hasta llegar a Ushuaia, no está mal para ser el primer viaje...

La mosquitera no servía, llenar los cilindros de agua era complicado, el calor era agobiante y no teníamos ventilador, las mantas estorbaban, todo se caía constantemente, etc. En ningún momento decidimos echarnos para atrás, ya nos acostumbraríamos y aprenderíamos de nuestros errores, estábamos haciendo lo que siempre habíamos querido y esa satisfacción hacía que todo lo demás valiera la pena.

 

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Tras esas dos semanas llegó el momento de la verdad, teníamos que salir de nuestra zona de confort, había que dejar México atrás. Fue cruzar la frontera y cambiar nuestra perspectiva. Nuestra idea inicial era viajar durante 6 meses porque solo teníamos dinero ahorrado para ese tiempo, pero comenzamos a vivir tantas experiencias nuevas que nosotros ya no éramos dueños del viaje, la ruta se había apoderado de nuestra travesía y tendríamos que viajar sin tiempo, sin fijarnos fechas, que durara lo que tuviera que durar y ya nos iríamos ajustando a las necesidades que surgieran cuando fuera necesario.

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La Zaigua también se transformó, parecía que había adquirido vida propia. Allá donde íbamos la gente se nos quedaba mirando y los niños nos llamaban Scooby Doo!! Nuestro estilo de vida llamaba la atención y hasta dábamos entrevistas y todo. 

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La carretera se convirtió en nuestra aliada y aprendimos a buscar lugares seguros para dormir, esa ha sido una de las pocas reglas que nos impusimos al principio y que no hemos roto. Cuando llegó el momento de lavar ropa por primera vez, fue todo un evento. Llevábamos una especie de lavadora portatil pero no era muy útil asi que montamos el campamento y a lavar y a esperar a que se secara la ropa, éramos un espectáculo con ruedas.

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Nuestro miedo de no conocer a nadie se disipó enseguida. Sin darnos cuenta pasamos de un status de turistas a un status viajero. El turista viaja para relajarse, disfrutar y/o entretenerse durante su periodo de vacaciones. Nuestro caso era diferente, ni teníamos fecha de regreso ni teníamos una casa o trabajo que atender a la vuelta, nuestra rutina diaria se convirtió en vivir viajando, divina rutina. Cada día era diferente y nuestros nuevos vecinos compartían su vida con nosotros y nosotros con ellos. Un día podíamos estar en una escuela, otro haciendo tortillas como uno más de la familia y al día siguiente celebrando el día de la independencia de Uganda ¿que agencia de turismo te ofrece una oferta cultural tan variada?

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Nuestra idea inicial de tener esta página web para mostrar a nuestros amigos y familiares las incidencias del viaje también cambió. Estábamos tan felices con lo que hacíamos que queríamos mostrar a más gente lo que significaba vivir viajando, cómo era el día a día y mostrar que si nosotros sin  preparación alguna lo estábamos haciendo ¿quien no iba a ser capaz de hacerlo?

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Pero como cualquier vida normal, la vida viajera tambien tiene sus partes negativas, y no estoy hablando de buscar urgentemente un baño cuando lo necesitas inmediatamente... ¿Qué ocurre si hay una emergencia médica grave?

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Simplemente hay que evaluar la situación y buscar la solución más adecuada, como en cualquier otra situación ¿no? Al poco tiempo de salir de México, Andrea se fracturó la clavícula haciendo volcano boarding en Nicaragua. Un grave contratiempo del que aprendimos muchas cosas. Aprendimos que éramos más fuertes que lo que pensábamos, que esa piedra en el camino (nunca mejor dicho) estaba ahí por una razón, y aprendimos que podíamos conseguir todo lo que nos propusiéramos, dependíamos de nosotros mismos. Gracias a esa clavícula hicimos tantos amigos y vivimos tantas cosas, que este viaje no hubiera sido lo mismo sin esa fractura, aunque a lo mejor Andrea no piensa lo mismo...

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Las distancias en centroamérica ahora las vemos pequeñas y también nos arrepentimos de haber cruzado demasiado rápido por algunos países. A través de una ONG española comenzamos a colaborar con algunas instituciones y empezamos a involucrarnos más en la vida cotidiana de la gente enfrentando con ellos las mismas alegrías y dificultades. Allá donde íbamos la gente nos ayudaba sin pedir nada a cambio, no podíamos comprender esa hospitalidad que llevaban dentro ¿cómo puede ser que una persona, sin conocernos de nada, de un momento para otro nos invite a comer y dormir en su casa? El desconfiado dirá que "algo busca" y efectivamente busca algo,  una amistad sincera y duradera con la intención de compartir vivencias y experiencias. Por suerte durante el viaje nos hemos encontrado con cientos de personas así, sin ellos nunca hubiéramos podido estar donde estamos hoy.

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Juan y Gilda, nuestros grandes amigos colombianos

Así fue como comenzamos a decir algo que no dejamos de repetir "en la Zaigua no viajan dos personas, viajan cientos de personas que quieren compartir sus experiencias y sus ganas de disfrutar la vida", da igual de que país vengas, tu religión, tu color de piel, sexo, edad, situación laboral, ideología, status social, etc. todo tipo de personas nos han aceptado como somos y nosotros hemos hecho lo mismo, la única condición es el respeto y ser feliz. Queríamos romper barreras y acabar con muchos prejuicios a través de nuestra experiencia viajera, ojalá hayamos aportado nuestro granito de arena.

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Pero no solo la gente se acercaba a compartir con nosotros, hasta los animales! Viajamos con un ratón durante unos días que nos hizo sacar todo de la combi; tuvimos una plaga de hormigas que duró semanas; los mosquitos se han divertido constantemente con nosotros; hasta un mapache se apuntó por cuenta propia a la cena.

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La ayuda de mecánicos y fuerzas de seguridad ha sido fundamental desde el principio. Policia, bomberos y protección civil de todos los paises nos han brindado su apoyo para que algunas noches pudiéramos dormir más seguros y hasta más limpios. Muchos mecánicos nos han enseñado a cuidar nuestra combi y nos han arreglado nuestra casita rodante, hasta nos han contribuido con piezas y su tiempo. Sin ellos no hubiéramos recorrido más de 60,000 kms muchas gracias a todos ellos, incluso a los que lo hicieron mal, que de todo hay...

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Mucha gente nos pregunta que es lo más difícil y no tenemos ninguna duda: dar el primer paso, todo lo demás viene rodado :) Obviamente hay que aprender a vivir sin ciertas comodidades pero todo es posible. No hay un baño en el momento que lo necesitas, la compra tiene que ser diaria porque no hay refrigerador o te tienes que bañar cuando sale la ocasión y no cuando quieres. Nos hemos bañado en rios, lagos, a cubazos, con manguera, baños públicos, casas de amigos, hasta en un volcán de lodo aunque este último no es que fuera muy higiénico que digamos. Así aprendimos a valorar cosas que antes no prestábamos atención, cada vez que tocaba ducha de agua caliente (que no han sido muchas veces) parecía que nos había tocado la loteria, bueno y ya no digamos cuando alguien nos ofrecía su lavadora, hasta fiesta queríamos hacer.

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El viaje te enseña a afrontar y superar tus miedos, todo es posible si crees firmemente en ello. No hablamos del miedo físico de "nos van a asaltar, atracar, matar y vender nuestros órganos" (miedo que te meten los medios de comunicación y que se aleja de la realidad si vas con los ojos bien abiertos e informándote con la gente local de antemano), sino a las barreras psicológicas que tendemos a ponernos para no afrontar las dificultades. Algunas veces las cosas son imposibles (no creo que ahora gane unos juegos olímpicos en gimnasia artística) pero la mayoría de las veces son más o menos difíciles dependiendo de cómo lo afrontemos.

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Cuando cruzamos de centro a sudamérica el viaje cambió por muchos motivos y uno de ellos era el económico. Teníamos que afrontar que si  queríamos seguir viajando había que generar plata. Así fue como nos introducimos  en el mundo de las artesanías. En Colombía comenzamos a comprar artesanía para revender en otros países pero nos empezó a gustar tanto que gracias a las enseñanzas de muchos artesanos comenzamos a hacer nuestros propios diseños y ahora incluso valoramos seguir dedicándonos a esto, quién nos lo iba a decir.

 

Pero no solo hemos trabajado con las artesanías, en cada lugar había algo que se podía hacer, solo había que buscar bien y estar dispuestos a aprender. Así vendimos tortilla de patata y horchata en la playa,  escribimos artículos de colaboración con empresas, trabajamos en agencias turísticas, restaurantes, campings y hostels, diseñamos páginas web, hicimos sesiones fotográficas de aventura, impartimos clases de inglés y español, incluso hicimos portes con la Zaigua. Ella también tenía que poner de su parte para el combustible.

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Ha sido un viaje único e irrepetible no solo por lo que hemos vivido sino porque hemos podido vivirlo juntos. Hemos crecido mucho como pareja y ahora nos conocemos mucho mejor. Ha sido una convivencia continua 24 horas al día durante más de dos años y medio. Muchas parejas no son capaces de aguantarse ni las 2 semanas de vacaciones y nosotros hemos disfrutado el uno del otro durante todo este tiempo, hemos sido el uno para el otro el mejor amigo, el confidente, el amante, el esposo, la familia, etc.

 

Claro que como en toda convivencia sea con quien sea, también surgen roces y discusiones pero cuando vives en un espacio de poco más de dos metros cuadrados hay que aprender a solucionar esas situaciones lo antes posible. Eso de dormir uno adelante y otro atrás es muy incómodo, sobre todo para el que le toca delante.

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Hemos tenido la oportunidad de conocer muchas culturas diferentes; de apreciar la vida del campo; de valorar profesiones que desconociamos; de constatar que la unión hace la fuerza; que únicamente se conoce la realidad si se vive; que las prisas no son buenas; que a 80 kmph se disfruta más que a 120 kmph; que los sueños se consiguen solo si se persiguen; que hay que trabajar para vivir y no al revés y que con menos también se vive; que una comida sencilla en una casa humilde es mucho más sabrosa que la del mejor restaurante del mundo; que el mal de altura es verdadero; que todo el mundo tiene algo importante que aportar; que ser viajero y ser hippie no es lo mismo; que una fiesta no es una fiesta hasta que suena el mariachi; que la caja de herramientas necesita algo más que una llave inglesa y dos destornilladores; que el reggaeton cansa mucho; que tus acciones se regresan de la misma manera que las realizaste; que viajar es una sana enfermedad que cada día te engancha más y no te quieres curar.

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La ruta nos unió con una comunidad que está en todos lados pero que nosotros desconocíamos: la comunidad viajera. Descubrimos que somos muchos "locos" y que entre nosotros nos entendemos. Cada uno tiene una razón y una finalidad para viajar; unos lo hacen en solitario, otros en pareja, otros en grupo, hasta familias enteras; unos escapan de su realidad y otros buscan su felicidad; unos viajan en vehiculos de cuatro ruedas de cualquier tipo, modelo y tamaño (incluso cuanto más viejo mejor), otros en moto, otros a pie, en autobus, a dedo, en bicicleta, en tuc-tuc, en lo que sea; unos con más recursos económicos y otros trabajando por el camino; unos para unos meses o años y otros para toda la vida.

Somos diferentes pero somos iguales, a todos nos mueve el mismo bichito que nos pica y no nos deja que nos establezcamos en un lugar por mucho tiempo. Nos movemos con esas ansias de llegar un poquito más lejos cada vez, de conocer aquel lugar del que tanto nos han hablado o de compartir con esas personas que solo conocemos por internet. Pero si hay algo en lo que todos coincidimos es la solidaridad. Nos ayudamos con nuestras experiencias, con  nuestros conocimientos, compartiendo la comida, con esos respuestos que tenemos extra o con un lugar para dormir, cada uno aporta lo que puede y a nadie se le exige nada, al fin y al cabo todos somos viajeros y sabemos lo que es estar en las buenas y en las malas.

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Vivir viajando te da la oportunidad de hacer cosas que habías estado postponiendo durante mucho tiempo. Es el momento de disfrutar como si cada día fuera el último y disfrutar al máximo.

 

Con esta filosofía y aprovechando las oportunidades con un "¿por qué no?" hemos hecho parapente, montado en yate, practicado rafting, kayak, sandboard, volcano-boarding, torrentismo o snorkel, andamos en bicicleta por grandes ciudades y hasta por el salar más grande del mundo, nos iniciamos en el paddle surf, nos adentramos en el Amazonas, subimos hasta casi 5000 m.s.n.m., nos metimos en profundas cuevas y minas, tratamos de bailar vallenato (sin mucho éxito), subimos y bajamos enormes dunas en buggy, hicimos canopy, bajamos un río con neumáticos, cruzamos la cordillera andina en 9 ocasiones, etc. Pero hay una actividad que no nos cansamos de repetir y no es muy costosa, dormir en nuestra casita rodante convertida en el hotel de las mil estrellas.

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El viaje tampoco ha sido un "Zaigua por el continente de las mil maravillas" también hemos tenido momentos difíciles aparte de la fractura de Andrea. Pero es como todo en la vida: por mucho que te cuides o preveas las cosas también llegan ratos malos, ese dichoso destino no hace distinción.

 

Nos han forzado las cerraduras en 4 ocasiones; nos robaron parte de nuestro material una vez; hemos tenido serias incidencias en algunos cruces fronterizos; en un par de ocasiones hemos tenido que discutir con policía corrupta. Este tipo de cosas tampoco nos cayó de sorpresa, sabíamos que al estar literalmente viviendo en la calle, nos exponíamos a situaciones así. Lo único que no sabíamos es dónde podía ocurrir por lo que teníamos que estar siempre muy atentos y prevenidos, pero aun así ocurrieron. Da igual en que país haya sucedido porque la malicia esta en cualquier esquina. De hecho a nosotros unos días antes de salir nos rompieron una ventana de la Zaigua enfrente de casa para robarnos, si es que nunca se sabe...

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Una de las cosas que hemos dsifrutado todos los días ha sido la comida. Cada país tiene su propia gastronomía e incluso dentro de cada país hay cambios significativos. Aunque no nos podíamos permitir comer continuamente en la calle, tampoco era difícil encontrar el económico carrito de comida callejero para comer una empanada, coxinha, baleada o lo que tocara.

 

Al principio controlábamos mucho lo que comiamos por el gasto de gas ya que cocinábamos con una cocina de camping y los tanques de gas ni eran baratos ni fáciles de conseguir. Pero en Colombia conseguimos una cocina de gasolina y desde entonces hemos sido imparables: cualquier tipo de pasta, diferentes platos combinados, pizzas, hamburguesas, patatas fritas, yuca, beiju, tacos, guisos, etc. Todo lo que se nos imaginaba lo hemos podido cocinar. Además disfrutábamos perdernos en un supermercado grande viendo que productos nuevos encontrábamos o comparando precios

 

La pachamama también nos ha regalado muchas cosas durante el camino como naranjas, mangos, moras, plátanos, etc. Ya se sabe, cuando es un regalo de la naturaleza sabe mucho mejor.

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Siguiendo nuestra rutina viajera, en muchas ocasiones nos hemos ido moviendo de lugar turístico en lugar turístico. Queríamos ver con nuestros propios ojos esos lugares que antes solo veíamos por la televisión y al final, en general, nos cansaron. Muchos de esos lugares tuvieron que tener su encanto hace mucho tiempo pero en la actualidad algunos se han convertido en centros económicos masificados en vez de ser lugares de difusión cultural y/o entretenimiento.

 

Entradas carísimas para conocer lugares que son Patrimonio de la Humanidad, se supone que la entrada es para pagar los gastos de gestión que genera el lugar y no para obtener un beneficio económico, el beneficio debería ser que todos esos lugares tan bellos estuvieran al alcance de todas las personas y se nos valorara a todos igual sin importar el tamaño de nuestra cartera o nuestro país de procedencia.

 

Para tratar de no decepcionarnos elaboramos nuestra propia estrategia: si queríamos ir a visitar algún lugar turístico tratábamos de no hacerlo durante el fin de semana o vacaciones, y hacerlo lo más temprano posible para evitar las multitudes. Esto nos evitaba de frustrarnos y perdernos entre la gente.

 

Asimismo, tenemos que agradecer que muchas empresas privadas y organizaciones gubernamentales nos han apoyado durante el trayecto y gracias a ellas hemos podido visitar lugares que nunca lo hubiéramos hecho ya que estaban fuera de nuestras posibilidades.

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Aunque siempre hemos tratado de evitar meternos en asuntos políticos, de una u otra manera, rara ha sido la vez que una conversación no haya derivado hacia ese tema. Ahora conocemos in situ la efectividad de los gobiernos, si sus políticas llegan al pueblo o únicamente se quedan en palabras. 

 

Hemos constatado como los medios de comunicación enfocan una noticia según ciertos intereses y son capaces de orientar la opinión pública en una u otra dirección. Todo puede verse desde muchas perspectivas pero al final todo es un negocio. ¿Y cuál es nuestra conclusión? Que ni todo es negro, ni todo es blanco. Nosotros hemos sido unos observadores de excepción y es cierto que nos hemos convertido en personas muy críticas en este tema. Pero como hemos dicho en otras ocasiones, este no ha sido ni será un blog de política en favor o en contra de ningún gobierno, solo es un blog que cuenta cómo es el día a día de un largo viaje.

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La idea inicial era salir a la carretera durante 6 meses y a las 2 semanas cambiamos los planes. Otra cosa que teníamos planeado antes de salir era vender la combi en el país que termináramos el recorrido pero conocimos a la familia VW y eso también cambió porque la Zaigua ya es nuestra familia y no nos vamos a deshacer de ella.

 

Cuando adquirimos nuestra Zaigua, nadie nos dijo que no solo comprábamos un vehículo, sino que también pasábamos a ser miembros de la gran familia internacional VW. Hay que tener una combi o un vocho/peta/fusca/escarabajo para entender a esta familia. Todos los miembros tenemos algo en nuestra personalidad que nos une y la verdad que no se qué es, posiblemente sea la buena onda. Hemos sido recibidos con los brazos abiertos en infinidad de clubs VW a lo largo de nuestro camino y siempre ha habido gente dispuesta a echarnos una mano cuando más lo necesitábamos. Incluso en una ocasión un chico se desplazó casi 100 kms desde su casa para venir a recogernos ya que nos habíamos quedado varados. 

 

Tendremos un vehículo viejo que va despacio, pero nos da lo mismo, pertenecemos a una familia que nos entiende. ¿con que otro vehículo ocurre que te cruzas y empiezas a dar las luces y saludar efusivamente sin conocernos de nada? Solo con una combi o un vocho.

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Y poquito a poco conseguimos uno de nuestros objetivos, llegamos a Ushuaia! Llegar hasta la ciudad del fin del mundo, como mucha gente la conoce, después de tanto tiempo viajando fue algo indescriptible, ni nosotros mismos nos lo creíamos. Habíamos estado tantas horas pensando que algún día llegaríamos que cuando lo hicimos nos sentimos con energías renovadas, acababa una etapa y comenzaba otra, había que cambiar el sentido de la brújula y comenzar a subir ¿y si dábamos toda la vuelta a sudamérica?

No es un adios,                               es un hasta pronto!

Ha habido un grupo de personas con el que hemos tenido una relación de amor-odio: los camioneros. Parece que a muchos de ellos el volante los transforma y cuando están conduciendo somos un estorbo para ellos, en más de una ocasión nos han echado al arcén y casi hemos tenido algún accidente grave. Pero luego te los encuentras en los puestos de gasolina y vienen a interesarse de donde vienes y que les cuentes historias.

 

Nos han ayudado en varias ocasiones con problemas mecánicos y hasta hemos acabado de fiesta en medio de una balsa en el río Amazonas con ellos. Entendemos su ritmo de vida y su estresante rutina en la carretera, pero lo tenemos claro, cuanto más alejados estén del volante mejor nos caen.

 

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No es un adios,                               es un hasta pronto!
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No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!

El viaje no ha sido uno solo, han sido muchos viajes dentro de uno. Hemos tenido muchas mini-vidas dentro de nuestra vida viajera. Cada vez que pasábamos cierto tiempo de calidad con gente a la que acabábamos de conocer, para nosotros era una mini-vida.

El proceso casi siempre era similar: un comienzo reservado porque nos estábamos conociendo; según pasaban los días esas personas se convertían en las más importantes para nosotros; y las despedidas eran caóticas.

En cuestión de días, y a veces horas, hemos sentido mucha afinidad con una gran cantidad de gente y familias que nos han "adoptado", parecía que nos conociéramos de toda la vida, es muy difícil de explicarlo y claro, hemos tenido despedidas terribles.

Aunque sabes que la comunicación siempre va a estar ahí, para nosotros era complicado salir y volver a la ruta. Pero así es la vida viajera, hay que salir constantemente de tu zona de confort y ahora van a ser ellos los que nos tienen que visitar a nosotros :)

No es un adios,                               es un hasta pronto!

Es tiempo de confesar algo, aunque siempre hemos dicho que íbamos a contar todo en el blog, esto no es cierto. Hay momentos que no hemos querido compartir porque son nuestros y los queremos guardar para nosotros, son tan especiales que solo nuestra complicidad hace que los entendamos. Además, sería imposible de explicarlos, hay que vivir la situación para poder comprenderlos.

No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!

Para viajar hay que hacerlo sin ataduras, sin preocuparse por el tiempo, sin imponerse una fecha final para acabar, solo así se consigue disfrutar de cada momento.

 

A nosotros no tener un teléfono celular nos ayudó a tener esa sensación de libertad, nos gustaba saber que nadie nos podía localizar y que no tendríamos que atender una llamada cuando no queríamos. Solo llevar un teléfono (que ocurrió en una sola ocasión) nos agobiaba, parecía que nos devolvía al mundo del estrés, de las limitaciones, del saber donde estás y que haces en cada momento. 

 

Es cierto que es muy útil y te facilita mucho las cosas (sobre todo cuando estás varado en una carretera en medio de la nada) pero saber que no dependes de un aparato, como dice el anuncio, no tiene precio.

No es un adios,                               es un hasta pronto!

Ha sido tanta gente la que nos apoyado en persona y desde las redes sociales que sería imposible nombrar a todos. Cada uno sabe quien lleva ese zaigüero dentro y sabemos que el destino que nos unió una vez lo volverá a hacer en otra ocasión en el futuro. Ya estamos ansiosos por volver a encontrarnos para seguir contando historias mientras tomamos ese mate, caipirinha, canelazo, chela, emoliente, tereré, agua panela, api, pisco, chicha, vino, tintico, té o lo que toque.

No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!
No es un adios,                               es un hasta pronto!

¿ Y ahora qué? Pues regresar a la vida que llevábamos en el 2012 es imposible porque hemos cambiado, hemos madurado y ahora tenemos otra perspectiva de la vida.  Si quisiéramos volver a hacer lo mismo que hacíamos antes todas estas experiencias no servirían de nada asi que solo queda una cosa, como dice nuestro amigo Juan, pa'lante y pura vida! todavía queda Zaigua para rato, la vida zaigüera no se acaba! Lo que no sabemos es donde seguirá ¿alguna sugerencia?


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