En mi opinión, lo más interesante de internet y de las redes sociales es que nos dan voz a todos, democratizando la capacidad de opinar ilimitadamente. Y ahí surge mi duda ¿Tenemos derecho a opinar sobre todo - sepamos o no? ¿Es positivo que cualquier cosa que se le ocurra a cualquier iluminado de la vida circule por la red?
Mi respuesta es sí, y rotunda y afortunadamente SÍ.
Pero a cambio de este derecho, tenemos que leer cosas como el post de Adriana Abenia donde opina sobre la lactancia materna, en el que deja perlitas como esta:
...no será la primera vez -admito que soy bastante escrupulosa- que se me haya indigestado la comida al observar enfrente mía a una mujer sacándose 'las ubres' para alimentar con sus fluídos a su bebé.
Posteriormente, en un tweet, nos anima a tomarnos las cosas con humor... pero lo que no entiendo es, en su texto, dónde está la gracia - quizás debería indicarnos donde van las risas, como en los guiones de cine que ella recibe a miles. Lo mejor es que, a las pocas horas, ella empieza a perder ese humor que nos solicitaba ante la avalancha de críticas recibidas - como duelen las cosas cuando te tocan directamente, eh Adriana? - y le falta mandarnos al carajo. Pero claro es lo que tiene opinar libremente - sin tener ni idea de lo que se está diciendo y con muy poquito ingenio- que el resto también tenemos opiniones y quizás mejor argumentadas y documentadas.
Por supuesto, no seré yo quien coharte la libertad de expresión de nadie, pero ¿qué necesidad tiene esta mujer de hablar sobre la lactancia? ¿es interesante su opinión? ¿aporta algo? ¿qué sabe ella de la lactancia? Quizás existe una solución muy sencilla: no leer lo que tiene que decir sobre este asunto. La pena, o la suerte, es que en la red de redes todo permanece y denostar una práctica ancestral, natural, buena para la salud, positiva para nuestros hijos no es lo ideal.
La cuestión es que la opinión de esta señorita es, en este caso, menos que poco relevante. Me temo que debemos preocuparnos más por otras opiniones, igual de lamentables, de gente que realmente tiene poder para influir en nuestra vida, como la de mi amigo Gallardón sobre el aborto. Esto sí que es preocupante...