Pocos son los equipos que se animan a soñar con la posibilidad de llevarse algún punto del Nou Camp. Aún menos son los que realmente hacen méritos para conseguir algún premio de la que suele ser la excursión más temida por los equipos españoles. Generalmente, los únicos que de tanto en tanto logran incomodar al Barcelona son esos equipos que renuncian completamente a la posibilidad de atacar para centrar todas sus fuerzas en defender el arco propio.En cambio, los valientes que se deciden por presionar y atacar suelen ser engañados por una primavera cuya duración varía entre 5 y 10 minutos donde el Barça acostumbra a acomodarse para luego iniciar el clásico proceso de destrucción al rival.
Sin importarle nada de esto, hoy el Betis viajó a Barcelona convencido de que podía convertirse en la gran excepción a la regla. En un principio la historia parecía ser la de siempre: luego de 10 minutos de gran dominio bético con grandes atajadas de Victor Valdés incluídas, los de Guardiola reaccionaron y en sus dos primeras llegadas lograron que el marcador pase a estar 2-0 a su favor sin merecerlo ni un poco. Pero a partir de ahí todo iba a cambiar.
Lejos de bajar los brazos, los de Andalucía mantuvieron las buenas intenciones y empezaron a sacar provecho de un Barcelona más confuso que de costumbre. En sintonía con lo que ocurrió el fin de semana pasado ante el Espanyol, el mejor equipo de la historia volvió a jugar mal y ni siquiera con la ventaja de dos goles pudo sentirse cómodo. Con una posesión de pelota inferior a la que suele disfrutar (sólo 60%), el Barca se vio superado por la visita en más de un pasaje del juego y, a diferencia de los primeros instantes, esta situación empezó a verse reflejada en el marcador: cuando tan sólo iban siete minutos del complemento, el Betis ya había logrado el empate.
Pero la enorme actitud bética terminó en el mismo momento que Roque Santa Cruz marcó el 2-2. Con el orgullo tocado, el Barcelona empezó a parecerse al equipo que todos conocemos y logró instalar el trámite del partido en campo visitante. Quizás abrumado por el escenario y por un enojado conjunto culé, el Betis descartó la posibilidad de atacar y se dedicó a defender con uñas y dientes el tan preciado empate. Beneficiado por la actitud del rival y envalentonado por la justa expulsión de Mario, Barcelona pasó por arriba a su rival en la media hora final. Si bien el gol tardó en llegar (Alexis Sánchez, min 76), el Barca pudo generar todas las ocasiones que le habían faltado hasta entonces y el resultado podría haber sido más abultado. Sobre el final, Messi decretó el 4-2 con un penal.
Más allá del buen resultado final, habría que buscar en el archivo cuándo fue la última vez que el Barcelona redondeó dos malas actuaciones de manera consecutiva. Por más que el marcador indique lo contrario, es probable que hoy Mel duerma más tranquilo que Guardiola, que deberá pensar en cómo salir de este bache antes del miércoles, cuando el mundo del fútbol se paralice una vez más para observar el Real Madrid-Barcelona por Copa del Rey. Un atractivo más para el Clásico.