Una España de fraude y mentira, de explotación alentada, de explotados por el “emprendimiento”, injusta, sucia, inmoral con el que trabaja y tolerante con el que roba, defrauda y corrompe.
Todos camareros/as trabajando 10 horas al día de martes a domingo con un contrato en que se le asignan 4 horas diarias de martes a viernes y que, además, cotiza a la Seguridad Social sólo por dos horas al día.
Un país en eterna transición a Franco, los Reyes Católicos y la Iglesia Imperial de la Inmatriculación por treinta euros. Una España plagada de prostíbulos de mujeres rumanas, búlgaras o costamarfilenses. De marroquíes o guineanos asfixiados con los fertilizantes en el cultivo bajo plástico en Almería o Moguer.
No había pan para tanto chorizo pero han dejado crecer los guetos de la droga y el delito en barriadas marginales como en la de las Tres Mil viviendas en Sevilla o la Cañada Real en Madrid. Una España donde se indemniza a Florentino cada dos por tres y por todo. Donde los contratos de obra pública se revalorizan un 300 % de lo presupuestado inicialmente. Donde hay 900 cargos de un partido imputados por corrupción, Con burbujas inmobiliarias, turísticas, financieras, del prostíbulo, del pan, de los vertederos ilegales de basura.
No había pan para tanto chorizo pero hay una España de contratos de mierda, de derechos de mierda, de pensiones de jubilación o viudedad de mierda. De políticos de mierda. De gobernantes de mierda. Una España con salarios de 600 euros de promedio al mes. Con pobres organizados rebuscando en la basura, comiendo en la basura, ignorando a los gobernantes basura.
No había pan para tanto chorizo pero siguen ahí, robándonos el pan y el chorizo. Metiendo en la cárcel a twiteros, titiriteros, raperos, ladrones de gallinas y nacionalistas de su tierra. Exculpando a manadas con un Poder Judicial impregnado de franquismo hasta la médula. Con presidentas de comunidad que roban cremas en los supermercados, que inventan másteres de Harvard obtenidos en un fin de semana en Aravaca.
No había pan para tanto chorizo pero han dinamitado la Sanidad y la Educación Pública. Han desprestigiado hasta la demolición la Universidad. Multiplican los presupuestos para armas, tanques y aviones que no saben usar. Se huelen las comisiones. Y los negocios. Crecen los volquetes de putas y las orgías de comisarios europeos con tres a la vez en la cama.
No había pan para tanto chorizo en la España de la sentencia de Pamplona, es la España desoladora de Rato, Aguirre, Granados, González, Barberá, Matas, Fabra o Cifuentes. Todos chorizos sin pan.
No había pan para tanto chorizo pero es la España de Zoido calentito en su casa o en la “levantá” dedicada mientras ciudadanos sin advertir se congelan en las autopistas de la inutilidad ministerial. Es la España del “a por ellos”, de los piolines y de la porra cuando la dignidad vota.
No había pan para tanto chorizo pero es la España de Llarena y Lamela que contemplan como cuatro ministros cantan “Soy el novio de la muerte” y el fantasma creciente del fascismo institucional nos encarcela y aterroriza.
Pero… en una pequeña aldea de la Galia, apareció la rabia de las mujeres. La ira de los pensionistas, la denuncia de la brecha salarial y los chorizos que nos robaban se tuvieron que disfrazar de “líderes transversales” y donde no había dinero para las pensiones surgieron los chanchullos presupuestarios y el populismo de ministros contra la violencia de género.
No había pan para tanto chorizo, pero entre las ruinas de su inmunda política de asociaciones de malhechores no han conseguido derruirnos la dignidad.
Antes muertos que chorizos. Al infierno.