Ante situaciones estresantes, algunos niños se bloquean y no hablan, aunque entienden lo que se les dice
Imagen: Melissa Wiese
La característica fundamental del trastorno conocido como mutismo selectivo es que un niño que ha adquirido el lenguaje oral, y que en general lo emplea de manera correcta, se siente incapaz de hablar en situaciones sociales en las que sería esperable. Esta ausencia de habla, además, interfiere de forma negativa en su vida social o en su rendimiento escolar. En las situaciones en las que se bloquea, el niño comprende lo que se le dice e, incluso, puede asentir o negar con la cabeza. Pero no habla.
Los afectados dominan el lenguaje oral y no tienen problemas en hablar cuando se encuentran en ambientes sociales donde se sienten seguros. De este modo, es habitual que el afectado por mutismo selectivo hable con normalidad en su casa, pero se bloquee en el contexto escolar, con sus compañeros. Es un trastorno poco frecuente y a menudo se inicia antes de los cinco años de edad. Según algunos estudios, afecta más a los varones.
No hablar por exceso de ansiedad
Aunque no se puede determinar con seguridad cuál es la causa de este trastorno, la mayoría de los expertos coinciden en señalar que es probable que sea un exceso de ansiedad. Cuando algunos niños tienen ansiedad, vocalizan mal o hablan mucho más deprisa de lo normal. Pero en el caso del mutismo selectivo, ocurre todo lo contrario: se bloquean. Muchos afectados también sufren fobia social, que se caracteriza por el miedo o la vergüenza a sufrir algún tipo de humillación en situaciones sociales.
En general, acostumbran a ser niños muy sensibles, introvertidos, ansiosos o perfeccionistas. Además de la tendencia a sufrir ansiedad, otros factores estresantes pueden favorecer su desarrollo, como el divorcio o la separación de los progenitores, el fallecimiento de uno de ellos o un cambio de residencia. Otros aspectos contribuyen a agravar y mantener el trastorno, como sobreproteger al pequeño, reducir su vida social o acomodarse a su mudez y hacer de intérprete de sus silencios.
Tratamiento del mutismo selectivo
Es habitual que el afectado por mutismo selectivo hable con normalidad en su casa, pero se bloquee en el contexto escolar
La terapia cognitivo-conductual se emplea con frecuencia para abordar este trastorno. Una práctica habitual es la conocida “técnica de manejo de la contingencia”, que consiste en reforzar de forma positiva al niño cuando habla y no reforzarlo cuando no habla. Solo se emplea algún tipo de psicofármaco cuando el especialista considera que es necesario para tratar los síntomas ansiosos o depresivos. Puesto que muchos niños sufren mutismo selectivo en situaciones escolares, es de vital importancia la colaboración activa del personal educativo para que cree las condiciones que favorecen la comunicación.
Niños con mutismo selectivo, ¿qué hacer?
Es fundamental implicar a los progenitores y otros cuidadores del afectado en su tratamiento. Algunas de las pautas que estos deben seguir son las siguientes:
- No sobreprotegerle.
- Eliminar o reducir todas las posibles fuentes de estrés: discusiones en casa, excesiva presión para que mejore su rendimiento académico, excesivas actividades extraescolares, etc.
- Todas las acciones que contribuyan a que gane seguridad personal son bienvenidas: otorgarle cada vez más responsabilidades en las tareas domésticas y no ahorrar refuerzos positivos cuando las realice o encargarle el cuidado de un animal doméstico.
- Es esencial que el niño no se sienta presionado para hablar en las situaciones en las que se bloquea, ya que la ansiedad es la causa de que deje de hablar.
- Si ocurre en el colegio, cuando el niño está con sus compañeros, puede ser una buena idea invitarles a casa, donde es más probable que se sienta más seguro.