Revista Psicología

No hacer nada es lo más difícil del mundo

Por Paulo Mesa @paucemeher
No hacer nada es lo más difícil del mundo

Intenta estarte quieto, en silencio, sin moverte, solo contemplando lo que ocurre sin ninguna intención, sin palabras, sin esperar nada, ni mover ni un músculo, completamente vacía (o). Verás que es imposible, es casi una herejía.

No hay tiempo, sentirás que hay una parte muy poderosa dentro de ti que te dice que no hay tiempo para eso, que no puedes desperdiciar el tiempo haciendo esas tonterías hippie que no conducen a nada, que los New Age no tienen dinero precisamente porque se gastan el tiempo en esas boberías que no conducen a nada.

¿Meditación? ¿Pero qué te has fumado? ¿De qué hablas? Si te sientas en silencio de inmediato empieza a pasarte por la cabeza la transacción bancaria que no has hecho, el pago pendiente, la ropa que hay que lavar, los platos que no has recogido, la lista de e-mails que esperan respuesta, el trámite que dejaste de hacer, la llamada pendiente... ¡Hmmm, seguro hay mensajes en chat! Y escuchas cómo suena el sonido de campanita con cada mensaje que llega.

La curiosidad se nos fue al extremo, es como una droga. Ya no podemos detenernos porque no hay tiempo, siempre hay algo que hacer. Hacemos mucho, muchas cosas al tiempo y mientras más hacemos más insatisfechos nos sentimos. Pululan los libros, sitios web, folletos, formaciones, charlas, talleres y cuanta cosa existe para "mejorar la productividad" y sacarle más provecho al tiempo. Al final todo son técnicas para hacer más y más.

Debería desarrollar alguna técnica o método sencillo para hacer menos, sin que se tenga que llamar mindfulness (he de confesar que sucumbí a ese nombre para poder lograr hacer algo en el lugar donde trabajo...). Puede que suene como a sentarnos en una alfombra rodeada de cómodos cojines cual pachá (que tampoco es que suene mal la idea...), pero ni siquiera es eso... puede que solo hagamos una cosa como correr, rodar en bicicleta, nadar, caminar un trayecto largo o cocinar.

La quietud también puede ser concentración, puede tratarse de hacer algo, pero hacerlo plenamente conscientes de que lo estamos haciendo. Eso también es quietud, estar en un solo momento, con una sola cosa, siendo uno solo con eso y nada más.

También salta la reactividad, también es difícil quedarse quietos para escuchar. Estamos muy pre-ocupados por tener la razón y replicar y no escuchamos... solo oímos lo que nos dicen, pero ni siquiera hacemos el ejercicio de recibir, intentar interpretar y al final replicar.

Siempre estamos tratando de estar seguros y vivimos con esa inquietud porque no sabemos estar quietos, vamos detrás de ese temor a perder el control de algo que en el fondo sabemos que no podemos controlar ¿Qué es eso que no controlamos? No sabemos, creemos que sabemos qué es, pero no sabemos, por eso la inquietud permanente, esa desazón.

Cuando converso con la gente intento mirarla a los ojos, pero muchos huyen, se van para los lados, algo temen, no pueden estar quietos. Están "inquietos" de muchas formas. A veces yo mismo estoy inquieto, no quiero conversar ahí, quiero irme y mejor me voy para tratar de estar quieto en otro lado.

Mucha gente y muchas circunstancias nos roban la quietud ¿Cuáles son y por qué? Muy buena pregunta, sería la revelación más grande de nuestras vidas poder descubrir la causa de nuestra inquietud, la causa de por qué nos cuesta tanto estar quietos.

¿Qué nos falta y qué necesitaríamos hacer para estar quietos? Creo que el primer paso es comprender la quietud, pero con esto no me refiero al "entendimiento" racional, sino a vivir la experiencia de la quietud para dimensionar lo que significa. Haz el intento de estar quieto y pronto experimentarás la ansiedad del parloteo mental y del movimiento del cuerpo. Vendrá alguna rasquiña en alguna parte del cuerpo, algún pequeño dolor.

No estamos ni listos ni habituados a eso, la distracción permanente nos mantiene en movimiento hacia todos lados y hacia ninguno al mismo tiempo. Pero el secreto es no luchar contra eso, sino dejar que ocurra lentamente, presenciarlo y de nuevo dejar que ocurra, sin agarrarlo, sin aferrarse.

Poco a poco, como quien entrena cada día unos metros más para correr una maratón, te darás cuenta de que conquistas más y más momentos, más y más espacios solo para estar en plena quietud, con el mundo, con todo lo que pasa, con todo lo que trae estar aquí. En ese estado no hay nada mejor que estar quieto, nadie querrá irse de ahí.

🙂


Volver a la Portada de Logo Paperblog