Título: No hay luz bajo la nieve
Autor: Jordi Llobregat
Editorial: Destino
Año de publicación: 2019
Páginas: 547
ISBN: 9788423356027
En el verano de 2016 leí la primera novela del escritor valenciano Jordi Llobregat, El secreto de Vesalio, y me gustó mucho. Por eso, nada más publicarse en septiembre su nuevo libro lo reservé en la biblioteca y he podido disfrutar ahora de No hay luz bajo la nieve. Y no os imagináis cuantísimo he disfrutado. Es una historia redonda. Tiene de todo. Y todo bueno.
Se trata de una novela negra de las que no dan tregua al lector. De las que te enganchan desde la primera hasta la última página y se meten muy adentro. De las que te pasas el día pensando en ellas. En los personajes. En sus historias.
La protagonista de esta historia es Álex Serra, una subinspectora de homicidios que no pasa por su mejor momento profesional y que está marcada por su pasado familiar. Tras disparar a un compañero, está siendo investigada y para poner tierra de por medio, sus superiores la mandan al Pirineo, a Meranges, en la Vall Tova, un valle catalán de la Cerdanya colindante con Francia de solo un centenar de habitantes.
Un hombre desnudo, con los párpados cosidos ha aparecido en una piscina helada en la estación de esquí Vall de Beau, la instalación más importante de la candidatura que España y Francia presentan para los próximos Juegos Olímpicos de Invierno.
Álex contará con la ayuda de Jean Cassel, un teniente de la policía francesa. El resto del equipo lo forman la joven e inexperta Alicia Vila y el tímido y solitario Alain Ribas. Los cuatro tienen que aprender a trabajar en equipo en un territorio hostil. Pero Álex juega con una pequeña ventaja. Pasó su infancia en un pueblo de la zona, al otro lado del valle. Conoce la comarca. Sus cosas buenas y sus cosas malas. La dureza del clima y de las montañas, los secretos y la opresión del medio rural. Sus propios fantasmas, que regresan con más fuerza que nunca.
La trama está estructurada en dos hilos temporales. El del presente, donde se va desarrollando la investigación policial. Y el del pasado, que conocemos a través del diario de Raquel, una niña judía que cruza la frontera entre Francia y España para huir de la ocupación nazi.
Como no podía ser de otro modo, ambos se acaban entrelazando, aunque es cierto que el autor juega al despiste con los lectores y cuesta adivinar cómo se conectarán ambas historias. Pero lo hacen. Y encajan a la perfección.
Esta novela es como un gran puzzle formado por varias piezas. Los personajes, muy bien construidos, muy humanos y cercanos. La trama, estructurada con muchísimo ritmo, tensión y giros. El escenario, que gracias a las certeras descripciones se convierte en un personaje más. Las montañas, los búnkeres, los lobos, las colonias industriales, el seminario de Sant Martí.
A través de 88 capítulos, repartidos en siete partes, cada una referida a uno de los pecados capitales, como en la Divina Comedia de Dante Alighieri, vamos descubriendo todo lo que el valle esconde.
El mundo rural es otra de las piezas claves de esta gran novela. El caciquismo de la familia Dalmau, dueños y señores del valle. La sumisión, el silencio, los secretos, la opresión de los pueblos pequeños, perdidos en las montañas.
Unas montañas que aíslan y encierran. Hostiles. Que dejan a sus habitantes a merced de la dureza del clima. Como puede adivinarse por el título, la nieve juega un papel importante en la historia. La nieve que lo cubre todo. Que oculta el pasado bajo su manto blanco. Que acalla los secretos con su silencio.
Conforme nos acercamos al final de la novela el ritmo aún se hace más intenso. Las piezas van encajando y el lector y los protagonistas se ven arrollados por una ventisca devastadora.
A pesar del paso del tiempo. A pesar de lo escondidos que estén. El pasado, los fantasmas y los secretos siempre afloran. Aunque no haya luz bajo la nieve para poder verlos a simple vista.
Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí.