Si es tu primera visita, me gustaría darte la bienvenida que te mereces.
“Sentí que me convertiría en el hazmerreír de la comunidad científica al describir o intentar describir aquella rama de la ciencia que me interesa específicamente, pues no cree en una ciencia que trata con la ley superior (…) El hecho es que soy un místico, un trascendentalista y, por añadidura, un filósofo natural. Ahora pienso que debería haber dicho que era un trascendentalista. Éso habría sido el camino más corto para decirles que no entenderían mis explicaciones”
En Walden, de Henry D. Thoreau
Dicen que soy un romántico de lo natural, que mi visión es más emotiva que científica, incapaz tan solo de definir qué es eso de “natural”.Es cierto. No sé hacerlo.
¿Cómo comprender este blog, entonces? ¿Cómo tomar en serio reflexiones, opiniones, recomendaciones, consejos que no se basan nada más que en la percepción personal, individual de la realidad, de la naturaleza, de lo que sucede alrededor de una persona, de mí mismo?
Ni siquiera espero que lo hagas. Cuando escribo lo único que pretendo es compartir lo que veo para que, si quieres y te apetece, no veas lo que yo veo, sino que empieces a mirar y a ver a tu aire, desde tu propio punto de vista, insisto, único.
Ningún hombre podrá darte la verdad sobre lo que trato en este blog: alimentación, ejercicio, salud, etc. La deberás descubrir tú solo, sobre todo experimentando, más que leyendo. Y por mucho que quieras ver a través de otros, los que hacemos pública nuestra visión, ésta no te servirá de mucho más que de mero ejemplo o anécdota, otra vez, personal.
Sin embargo, en mi opinión, teniendo en cuenta que cada uno de nosotros no representa más que una mota de polvo en el universo, soy de los que cree en que sí hay una verdad, aunque inalcanzable en su totalidad.
Esa verdad se encuentra en la propia naturaleza, de la cual formamos parte, de la que no podemos apartarnos para observarla, ni diseccionar para analizarla, estudiarla.
No voy a persistir en mi discurso un tanto distante a la ciencia, a la que sigo observando como un algo extremadamente limitado que no hace más que seguir limitando la limitada razón humana.
Hoy sólo quiero utilizar esta entrada con dos propósitos:
- Dejarla como enlace fijo en mi presentación personal para que cualquier nuevo visitante conozca un poco mejor la filosofía, la mentalidad de quien escribe el blog.
- Invitarte a comprender mejor lo que quiero transmitir a través de las palabras de Henry David Thoreau y su obra maestra, Walden.
Walden es la síntesis de lo que veo, de lo que pienso, de lo que siento. Walden es la coherencia natural. ¿Para qué escribirlo yo, si ya está escrito? Y probablemente de una manera mucho más estructurada, clara e inteligible de lo que podía haber hecho yo mismo, novato en esto de escribir.
Jamás me he sentido más identificado, por lo que tomo prestados los textos de Thoreau y te recomiendo leerlos.
Por mi parte, a partir de hoy, cada vez que alguien me pregunte sobre mi visión romántica e imprecisa de lo que yo llamo naturaleza simplemente responderé: Walden.
Con esta declaración de intenciones empieza el libro:
“No pretendo escribir una oda al abatimiento, sino jactarme con tanto brío como el gallo encaramado a su palo por la mañana, aunque sólo sea para despertar a mis vecinos.”