Lo confieso las canas cubren casi toda mi cabeza (y dónde no la cubren es porque ya no hay ni pelo) y todavía me gusta pegar tiros. Tiros de disparar, no de los de meterse coca en plan Maradona, que con eso sólo se divierte el que recauda el dinero del tráfico (anda como la guardia civil que gracias al tráfico se forra).
Bueno el caso es que me gusta pegar tiros desde pequeño, cuando jugábamos a vaqueros e indios. Yo siempre me pedía ser cowboy para poder apuntar a alguno de mis amigos con el dedo y decir esas palabras inapelables “pañon-pañon, estás muerto”. ¿A ver quién te lo iba a discutir? Si le habías apuntado con el dedo bueno, el de dejar las narices sin una sola mucosidad!! Además nos reíamos del que le tocaba hacer de indio, porque claro, quedaba ridículo haciendo el gesto de tirar flechas sin arco ni nada (no como nosotros que apuntábamos con el dedo), así que el pobre “caballo loco” siempre perdía porque por mucho que dijera que nos había lanzado flechas…no nos daba, bueno sí, a veces nos daba… risa. Y con el paso del tiempo más, porque en el fondo todos estábamos haciendo el indio.
Con el tiempo mi afición a pegar tiros tuvo su recompensa y tuve que hacer el servicio militar. Y me inflé a disparar (ja!). A ver que hago memoria, 25 disparos con balas de plástico, 10 con balas de fogueo, un ráfaga de 10 disparos (de tres veces, no nos vayamos a volver locos) y dos cargadores más con cinco disparos. En resumen 35 disparos de mentira y 20 con proyectiles de verdad. Vamos que dispara más Schwarzenegger mientras se cepilla los dientes que yo en 9 meses de servicio militar. Lo raro es que no nos invada China con unos cuantos tirachinas…
Eso sí, lo de andar pegando tiros con un fusil de 5 kilos no es tan idílico como te lo muestran, al primer disparo se te taponan los oídos y con tanto retroceso al tercer disparo se te han desatado hasta los cordones de las botas. Un compañero quedó tartamudo después de disparar una ráfaga. Lo que no comprendo es cómo hace Rambo puede disparar medio millón de balas con una metralleta del tamaño de la trompa de un elefante y no quedarse tonto…más tonto.
Por eso me aficioné a pegar tiros en los videojuegos. Fui un gran apasionado del Medall of Honor (el precursor del famoso Call of Duty). Me parecía mejor estar sentado con una pantalla delante pegando tiros a un personaje que era movido desde algún desconocido lugar de internet por un joven lleno de granos (o un madurito lleno de cerveza, a juzgar por los movimientos espasmódicos del muñeco), que andar dando tiros de verdad. Y lo cierto es que durante un tiempo estuvo bien, pero siempre te quedabas con la sensación de que faltaba algo. Era como beber cerveza sin alcohol, ir la cine sin palomitas, ligarte a una coja, o visitar el baño de una discoteca y volver con los zapatos limpios…
Juegos como los que he nombrado aunaron mi gusto por disparar y mi afición a los aparatos electrónicos, que ahora tenemos hasta en la sopa…qué raro que algún superchef no haya inventado la sopa de iPhones, o un pudding de Android…Están por todas parte y parece que los aparatitos electrónicos son el regalo perfecto, el obsequio de moda.
Lo cierto es que hoy en día los compromisos sociales nos obligan a regalar cosas a gente que incluso nos cae bien, (léase familia, compañeros de trabajo o el que cada mañana te pisa esa estupenda plaza de parking al que apuñalarías con saña a pesar de ser tu jefe), y claro la idea más fácil pasa por hacer el regalo de moda: el smart lo-que-sea (tablet, teléfono, cacharro con pantalla táctil).
Todo el mundo aprovecha para andar regalando tablets, smart phones o cualquier otro dispositivo con el que doblar las cervicales y ausentarse por tiempo indefinido del mundo. Y la ocasión no importa, da igual que sea por Navidades, por los cumpleaños, por el amigo invisible, por que sí.
Pero yo creo que hay que ser más originales con los regalos. Y además de creativo se puede conseguir quemar adrenalina y liquidar el estrés que produce tanto compromiso social. ¿Cómo?
Pues pegando tiros a toda esa gente que te estresa, pero no en un juego, ni en una guerra, sino con el paintball (si quieres hacer como que tienes nivel intermedio de inglés di “peintbol” y quedarás “super cul” )
El paintball es eso de agarrar unas pistolas que disparan bolas de pintura y correr por el campo disparando al equipo de otro color. Mucho mejor que gritar con el dedo “pañon, pañon”, porque ahí sí que ves cuando haces blanco en alguno de tus oponentes. Y sin el estruendo de los disparos de verdad, hace ruido, pero no se te tapan los oídos, lo cual viene muy bien para oír cuando alguien se acuerda de tus ancestros por haberle metido un ráfaga en mitad del pecho.
Debo decir que la primera vez que lo probé fue bastante cutre. Como indumentaria sólo llevábamos unos monos, que parecía que en lugar de ir a la guerra parecíamos el comando fontanero, cascos parecidos a los de un albañil y las gafas de un motorista de la primera guerra mundial. Y el escenario no era muy llamativo: una ladera en mitad de un pinar y como único mobiliario en el que poder parapetarse y atrincherarse para disparar al enemigo había unas bañeras destartaladas.
Sin embargo todo mejora y si quieres hacer paintball en los alrededores de Madrid no dudes en hacerlo aquí Los escenarios están bien cuidados, la equipación es buena (y segura), tendrás la sensación de formar parte de un comando y soltar adrenalina por un tubo. Tanto para jugar en plan clásico como para inventar algún tipo de misión, como la de cazar al novio en su despedida de soltero (para que se entere lo que le espera) .
Yo creo que es una buena idea agarrar a los amigos, los familiares y a todo el que puedas y en lugar de andar regalándole una tablet llevarle a pegar tiros, seguro que guardan un recuerdo imborrable de la experiencia (especialmente si la pintura se les cuela por el cuello…esa mancha cuesta borrarla una barbaridad). Sobre todo si hay alguien al que no le tengas demasiada simpatía, verás como cuando le sueltes un par de ráfagas le ves de otra forma, como … una diana móvil. Pero no creas que al pensar eso eres mala persona, seguro que alguno de los que va contigo está deseando dispararte por la espalda.
No hace falta muchas excusas para quedar con un grupo de gente e ir a practicar paintball. Aunque no tengas ni idea, terminarás picándote y yendo más de una vez. Más que nada para vengarte de los que te dieron unos buenos disparos. Te quedarás como una malva.
Yo creo que la próxima ocasión que esté tenso en una reunión (de trabajo o familiar) propondré solucionar cualquier tipo de desavenencia como se ha hecho toda la vida, a disparo limpio, pero en un campo de paintball. Así que menos regalar tablets y más soltar tensiones a tiro limpio.
keagustitomekedao