Un pobre empleado se acerca a la oficina del jefe y le dice:
-Disculpe, señor gerente… pero hace seis meses que no cobro…
-Está disculpado, García.
-¡Timbreeee! (gritás, mientras caminás apurado, por un pasillo de tu casa)
No sé lo que quería el pobre empleado, pero no obtuvo nada.
No sé qué querés vos cuando gritás “timbre”.
Vos y el empleado ¿Están pidiendo algo?
Si es así, difícilmente lo vayan a conseguir.
Quizás porque los héroes de películas e historietas siempre “se las arreglan solos”, con sus poderes rayanos en la omnipotencia, quizás porque las creencias nos llevaron a pensar que pedir es mostrar debilidad, quizás simplemente, porque no aprendimos su importancia, el resultado es que no estamos acostumbrados a pedir, pero sí a quejarnos por lo que no conseguimos.
Desde la transparencia en la que habitualmente vivimos, sólo registramos nuestro disgusto, cuando queremos que alguien haga algo por y para nosotros, y nunca prestamos atención a que, muy posiblemente, no lo hayamos pedido…o lo hayamos pedido defectuosamente.
Es cierto que no siempre recibirás lo que pedís pero también es verdad que nunca recibirás lo que no pedís.
¿Tenés disponible el pedido?
¿Cómo pedís?
¿Decís expresamente lo que querés o “lo das a entender”?
¿Quién te dijo que pedir implica que seas débil en algún dominio?
No hay nada que ganar ni nada que perder con pedir. ¡Por favor, pida! Clement Stone
Aprendimos que es mejor dar que recibir. Es momento de revertir esa creencia. Dar es maravilloso y nos permite practicar la generosidad y el compartir, pero saber recibir es una competencia que nos hace disponible otra acción maravillosa que viene inmediatamente después, agradecer.
¿Cuál es tu conversación interna respecto de recibir?
¿Te suena “No pido porque no quiero deber nada a nadie”?
Detrás de esta oración, está “No quiero tener que agradecer”.
Te recuerdo que la Biblia dice: “Pide y recibirás”.
La acción del pedido está conectada con aspectos profundos de tu Ser, y aprender a pedir involucra las palabras exactas, qué quiero, cuándo lo quiero, cómo lo quiero. Además debe haber un oyente que esté capacitado para darme lo que necesito.
Si le pido a un niño que me haga un diseño arquitectónico, estoy pidiendo a quién no me lo puede dar.
Si grito desesperadamente, “¡Timbre!”, no estoy teniendo un oyente.
Los pedidos a los que les falta algún componente, no son efectivos.
Para pedir tenés que estar en una emocionalidad determinada que sea coherente con tu pedido.
Si hablás titubeando, en voz baja, entrecortadamente…
¿Te parece que tu pedido será escuchado y concretado?
Para pedir, tenés que tener una corporalidad determinada.
Si mirás hacia el piso y tus hombros te pesan, al momento de pedir… ¿Cómo te parece que será la respuesta del oyente?
Ahora bien, para pedir, tenés que empezar por saber con exactitud, Qué Querés.
¿Qué querés en cada dominio de tu vida? ¿Físico, Intelectual, Emocional, Espiritual?
¿Qué querés, amigo?
¿Sabés lo que querés?
El pedido es una competencia que nos abre espacios de posibilidades para conseguir resultados extraordinarios.
La respuesta a tu pedido puede ser:
Sí.
No.
O puede haber, una apertura a negociación.
El sí y la apertura a la negociación son bienvenidos… ¿Y el No?
Tenés que prepararte para recibir un NO. Que tu oyente pueda decir que No, habla de su integridad y de los límites que establece para su vida.
¿Y cómo te preparás?
Con algo que te sugiero empezar a practicar…
Cuando nuestro oyente dice No a nuestro pedido, No nos lo dice a nosotros, a nuestro Ser, sino al pedido…pero esto es tema de un próximo post.
Te dejo con una historia…
Un hombre encontró una botella mientras paseaba por la playa. La levantó de la arena y le sacó el tapón. De repente comenzó a salir humo de la misma, y apareció un genio.
El genio dijo:
- ¡Gracias por librarme de la botella que me tuvo preso tanto tiempo! Ahora, en recompensa te cumpliré tres deseos.
- ¡Fantástico! – dijo el hombre -siempre he soñado con esto y sé exactamente lo que quiero. Primero, quiero un millón de dólares disponibles en mi cuenta corriente del banco, ahora mismo.
En un instante, aparecieron varios recibos de depósitos de banco, en las manos del hombre.
- Mi próximo deseo es tener una Ferrari roja, último modelo.
Inmediatamente, apareció el automóvil.
- Finalmente, quiero ser irresistible a las mujeres.
El genio lo tocó con su mano y lo convirtió… ¡en un perfume francés!
Por el placer de compartir.
Tengo dos pedidos para vos: te pido que te suscribas a mi Newsletter electrónico gratuito, aquí en el costado derecho y que me dejes tu comentario sobre este artículo, ambas cosas, ya, antes de irte de aquí. ¡Mil gracias!
Ah! Una pregunta: ¿Tiene mi pedido todos sus componentes?