Revista Coaching
El Emprendimiento Interno es un fenómeno relativamente reciente, pero que está abriendo camino con fuerza, sobre todo en Europa y particularmente en Alemania y países nórdicos como valor y seña de identidad diferenciadora de la empresa. De hecho, los últimos dosieres sobre las economías de estos países señalan a la Innovación como fuente de valor estratégico, pero apoyada en una sólida base de Emprendimiento Interno como cultura normalizada. En otras palabras, el Emprendimiento Interno garantiza un despliegue integral de los procesos de innovación más allá del ámbito estrictamente tecnológico o de los proyectos corporativos de significada entidad. La Innovación tiene aún mucho que decir sobre la optimización de procesos, estrategias de negocio o simplemente cientos de pequeños problemas que por su dimensión apenas se abordan, pero que acumulan un potencial significativo de ineficiencias que redunda en niveles de productividad y competitividad no aceptables. Nadie duda que la Innovación en este país, en términos generales, ha avanzado significativamente, más aún teniendo en cuenta el peculiar entorno en el que se ha desarrollado. La Innovación como espíritu, actitud y valor ha tenido que convivir con una clase política que la ha manipulado hasta límites insostenibles en beneficio propio. Nunca sabremos las ingentes cantidades de dinero invertidas en campañas de sensibilización, happenings multitudinarios, conferencias interplanetarias en las que algunos gurús llegaban, soltaban cuatro grandes verdades que nada decían y se largaban con un talón de al menos cinco cifras. Nunca llegaremos a conocer con certeza el balance real de cientos de convocatorias estatales, autonómicas, provinciales y municipales con el fin de promover la innovación de las empresas y, de paso, ayudar a este, aquel y al de más allá a mantener su negocio de consultoría. Podríamos continuar con los excesos al menos otras cuatrocientas o quinientas líneas, pero no merece la pena, es agua pasada y nada va a solucionar el llanto, salvo irritarnos aún más en el dislate. Ahora, sí , ahora que la innovación sería más necesaria, es prácticamente imposible convencer a nadie para que lo intente, pese a que en ello le va la vida de su empresa. Pero, ¿qué se puede esperar? Innovación y subvención son dos términos que se han relacionado en este país con cadena de oro. Acabados los chollos de las convocatorias públicas, hablar de innovación es simple y llanamente un dislate. Si además no olvidamos la otra gran falacia construida en torno a la Innovación que la confunde con complejos e inalcanzables proyectos de raíz tecnológica, apaga y vámonos para la Cuesta de las Perdices. Nadie discute la necesidad de la I+D+i, nadie cuestiona el esfuerzo de algunas grandes corporaciones, nadie pone en duda la imperiosa necesidad de promover la Innovación desde las instancias públicas. Pero todos debiéramos admitir que la Innovación es algo más que todo eso. Algo posible, alcanzable para la totalidad de las empresas de este país, sea cual sea su tamaño y sus posibilidades financieras. Algo que puede aportar valor de forma rápida e inmediata, contribuyendo a la mejora de la tan traída y llevada competitividad. Algo que puede ayudarnos de forma definitiva a internacionalizarnos en un momento tan crítico como el que vivimos. Algo, en definitiva, básico y elemental en el Manual de Supervivencia de la Empresa Española. No se necesitan grandes inversiones, no es necesario retornar a las grandes subvenciones. No es complejo, no es inalcanzable. Es necesario en una matriceria, una cadena de fruterías, tres hoteles, cuatro comercios textiles, una acería, una corporación aseguradora y hasta un estanco. ¿Y saben por qué? Por que lo llevamos en los genes. Avanzar cada día un poco más, descubrir nuevos retos, no echarse atrás ante los problemas, demostrarnos que podemos, rechazar esa absurda idea de que “el otro” siempre piensa mejor, trabaja mejor, es simplemente mejor. Un consejo... No lo llame Innovación aunque al final, no lo dude, habrá innovado. Comience por enfrentarse a sus problemas, buscar sus oportunidades. Convierta sus problemas en oportunidades. Considere sus oportunidades como un problema que puede resolver con éxito. Y, sobre todo, recuerde que no está sólo. Es igual que hablemos de una empresa de dos o de dos mil. Al final, todos deben trabajar en sacarla adelante. ¿Por qué entonces sólo algunos tienen la capacidad de señalar el camino? Yo lo tengo complicado. Me dedico a esto de la Innovación y, sobre todo, del Emprendimiento Interno. Se de lo que hablo, estoy seguro que puedo asegurar retornos inmediatos, pero ya casi nadie quiere escuchar. Bastante tienen con resistir. Pero, no me voy a dar por vencido. Mañana lo seguiré intentando. Y, ¿saben por qué? Por que soy muy bueno, pero quiero ser mejor. Y usted, ¿se da por vencido?