Hacer queso fresco es teóricamente sencillo. Templamos un poco de leche, le añadimos unas gotas de cuajo y lo dejamos cuajar una hora para luego pasarlo a un molde de rejilla donde dejaremos que escurra el suero sin ejercer presión. Eso es todo.
Y sin embargo son muchos clientes que nos dicen que no les funciona, que aquello no cuaja bien. En general es un problema de mala leche, no del cliente, sino del lácteo utilizado (disculpad el mal chiste). La leche que encontramos en el supermercado, ya sea la que venden en la sección refrigerada o la otra, ha sido pasteurizada. La pasteurización implica calentamiento y esto conlleva destrucción de calcio. Y es el bajo contenido en calcio el que hace que una leche no cuaje bien.
¿La solución? Pues incluir calcio. Basta con añadir media cucharilla de cloruro de calcio por cada litro de leche que vamos a usar y si aplicamos la temperatura correcta, nuestro cuajado debería funcionar. Si aún así os fallase, cambiad de leche. Desgraciadamente se venden leches de muy mala calidad. En la medida en que el presupuesto os lo permita, usad leche fresca en vez de la UHT que la verdad es que ha sido achicharrada, la pobre. Pero en cualquier caso, no olvidéis que hay que añadir un poquito de cloruro de calcio para garantizar una cuajada firme.