El portafotos no puede faltar en una casa. Reciclamos, pintamos y creamos, pero en primera fila siempre estará un clásico.
Sí, esta entrada es una especie de homenaje a ese objeto que con el tiempo está pasando a una segunda plana decorativa pero que si nos fijamos en la realidad de la calle, siempre está entre nosotros. Principalmente porque tiene ese punto de simpleza que le hace encajar con sencillez en entornos de todo tipo: con color, austeros, estéticamente hostiles...
Y es que apenas nos tenemos que fijar en tres factores para decir qué pieza compramos (o construimos). El modelo de forma (cuadrado, ovalado o rectangular), el color y la medida:
Finalmente, tenemos un factor (que yo llamaría contexto) a tener en cuenta para poner en contraste esos tres puntos. No es otro que el tener en cuenta que imagen queremos dar. Los portafotos ayudan a crear una escena global y crear uniformidad, así que consigue afinidades estéticas.
Imágenes: promotecnics.com, moldurashergon.es