En el programa de la SER, BuenaVida de Marta Nebot, trataron el otro día el tema de por qué nos dejamos "tocar los huevos" en las tiendas de lujo, ya que parece ser que, según concienzudos estudios, el consumidor compra más cuanto peor le tratan los dependientes que le atienden. No sé si incluyen a ciertos baratillos dentro del epíteto "de lujo", pero. desde luego, emplean la misma técnica de marketing que los comercios de alto standing. Seguramente, y aunque la técnica sicológica de venta sea la misma, no vaya dirigida a explotar la misma debilidad del consumidor, aunque el objetivo final sea el mismo: quedarse con nuestro dinero.
Hablaban en el programa de un posible "consumo masoquista", pero no creo que se trate precisamente del gusto por el sufrimiento lo que incentiva a la compra en estos comercios, tanto como la satisfacción de demostrar al otro que se ha equivocado de persona: Yo no soy ése que tú te imaginas.
En el caso de la tienda de lujo, se trata de demostrar que no sólo soy capaz de comprar cualquier cosa en el establecimiento, sino que, además, me llevo la más cara.
En el caso de la tienda de baratillo con glamour, de lo que se trata es de hacer sentir al cliente como una piltrafilla, sin gusto ni cuerpo para lucir las exclusivas prendas que te hacen el favor de enseñar. Por supuesto, el objetivo del cliente será demostrarle que tiene un cuerpo muy digno y un gusto exquisito, aunque poca pasta.
En definitiva, parece que, en ambos casos, lo que se pretende conseguir es hacer sentir al cliente como una basura, en un caso incapaz de poder pagar los precios prohibitivos de la selecta tienda de turno o, en otro, hacerle sentir como un inútil redomado que no sabe elegir la ropa apropiada para su pobre cuerpo inservible.
Son las cosas del Mercado Conceptual.
En el mismo programa, en un apartado diferente, entrevistaron a Carles Francino, locutor de la misma cadena de radio. Le preguntaron sobre las cosas que le hacían feliz y tras una serie de lugares comunes, dijo: "y que nadie me toque los cojones".
Pues bien, estoy completamente de acuerdo con el periodista y, por lo tanto, para ser feliz, no dejaré que nadie me toque los cojones. Compraré donde me traten con dignidad y respeto ¿y tú?