Revista Cultura y Ocio

No puedo imaginarlo, y sin embargo ocurre

Publicado el 29 octubre 2023 por Benjamín Recacha García @brecacha

Joseph Goebbels escribía en marzo de 1942 en su diario: «Los judíos del Gobierno General están siendo evacuados hacia el Este. El procedimiento es un poco bárbaro y no es preciso describirlo detalladamente aquí. No quedarán muchos judíos. En conjunto puede decirse que el 60 por ciento tendrán que ser liquidados; quedarán únicamente un 40 por ciento para utilizarlos en trabajos forzados (…). Sobre los judíos cae una sentencia que, aun siendo bárbara, la merecen por entero. Lo que el führer les profetizó por haber arrastrado al mundo a una nueva guerra está convirtiéndose en realidad de la forma más terrible. Pero no es posible mostrarse sentimental en este asunto. Si no combatimos a los judíos, nos destrozarán. Es una lucha a vida o muerte entre la raza aria y el bacilo judío. Ningún otro gobierno o régimen tendría la fortaleza precisa para una solución global del problema (…). Afortunadamente, la guerra nos ofrece una larga serie de posibilidades que no tendríamos en tiempos de paz. Tenemos que aprovecharlas».

Me costaba comprender cómo la humanidad había permitido a la Alemania nazi llevar a cabo el Holocausto. En aquellos años no existían los medios de comunicación actuales, ni teléfonos móviles, ni redes sociales. Hoy en día, sin embargo, podemos saber lo que ocurre al momento en cualquier lugar del mundo. Israel está ejecutando el genocidio del pueblo palestino a la vista de todos, con el patrocinio de Estados Unidos y el apoyo de la Unión Europea. No hacen nada por ocultarlo.

El régimen sionista define a los palestinos como «animales humanos», «seres diabólicos» y cosas tan vergonzosamente parecidas a las que los nazis decían de los judíos. Admiten sin pudor que su objetivo es arrasar Gaza. Todos lo vemos y, en un ejercicio repugnante de hipocresía, se les da vía libre porque es su «derecho a la defensa». El derecho a exterminar un pueblo, el mismo que los nazis se arrogaban respecto a los judíos.

Israel asesina sin pudor porque sabe que no habrá represalias, porque tiene de su lado al principal matón del «mundo libre», el que le proporciona los misiles y bombas que usa para matar con saña a miles de niños palestinos, a periodistas, a médicos, al personal de Naciones Unidas y a quienes le apetezca, como ha hecho siempre.

El salvaje que lidera la carnicería, Binyamín Netanyahu, la justifica mediante citas como: «Debéis recordar lo que Amalek os ha hecho, dice nuestra Santa Biblia». Se refiere a esto: «Ahora ve y hiere a Amalek, y destruye por completo todo lo que tiene, y no los perdones sino mata al hombre y a la mujer, al niño y al lactante, al buey y a la oveja, al camello y al asno». Resulta curioso cómo todos los bárbaros impulsados por el deseo de destrucción invocan a la divinidad; no importa qué religión profesen.

Asistimos en directo a una masacre a la que la «comunidad internacional» no va a poner trabas, da igual que la dirija un régimen más sanguinario que el apartheid surafricano. Lo único que mantiene la esperanza es el rechazo abrumador de millones de personas en todo el mundo, como la valiente comunidad judía de Nueva York, que protesta sin descanso. El viernes acudió en masa a la estación central de la metrópolis para gritar «no en nuestro nombre». Cientos fueron detenidos por la policía. Qué ironía, ¿verdad? Defender la paz se paga con detenciones, multas, represión. Ejecutar el exterminio de un pueblo recibe el aplauso del poder. Aunque, en realidad, siempre ha sido así.

Thousands are sitting in at Grand Central Station demanding a #CeasefireNOW.
In just two weeks, more than 7,000 Palestinians and 1,400 Israelis were killed. Right now, Israeli warplanes are flattening entire neighborhoods in Gaza. This is what the US government is supporting. pic.twitter.com/QybGb9j3XV

— Jewish Voice for Peace (@jvplive) October 28, 2023

No puedo imaginar la angustia, el terror continuo, de vivir en una ciudad cercada, sin posibilidad de escapar, a la que han cortado los suministros básicos, sobre la que caen bombas y misiles sin descanso. Nadie debería sufrir semejante castigo. Ser humano debería significar lo contrario a la crueldad más absoluta.

Y, sin embargo, los gazatíes se empeñan en vivir. Entre los más de dos millones de personas encerradas en el campo de exterminio en el que Israel ha convertido esa tierra, sigue habiendo médicos, obligados ya a operar sin anestesia, niños y niñas que quieren seguir siéndolo, y periodistas, como Hind Khoudary, a quien os recomiendo seguir en Twitter para conocer el minuto a minuto de lo que ocurre allí, aunque las potencias exterminadoras preferirían que no lo supiéramos. Ojalá pueda seguir contándolo.

Abdullah evacuated to the south. He was killed in Rafah.
They killed him in the area they said was safe.
They killed him. https://t.co/tvAvVcJLWT

— Hind Khoudary (@Hind_Gaza) October 29, 2023

#PalestinaLibre


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