Mi primer juego de ollas era el set de iniciantes del IKEA. Fue el regalo de mi padre para celebrar la independencia de su primogénita. Tres ollas de diferentes tamaños y una sartén fueron el núcleo de mi experiencia en la cocina. Fue así que conocí el extraño caso de la multiplicación de cacharros de cocina.
¿Cuántas ollas necesita una persona normal?
Primero vino el wok para la cocina china. Poco después me regalaron una sartén para hacer paella. Compré otra para hacer huevo frito. De las vacaciones en Francia me trajeron una crepière. Llegado el tiempo de espárragos no pude pasar por alto la oferta especial de la olla esparraguera, que además venía acompañada con una olla para las patatas que tradicionalmente acompañan los espárragos en Alemania. Y aquí estamos solo hablando de sartenes y ollas. Los cuchillos, los tuppers y toda clase de accesorios se abrió paso a mi cocina. Parece que las tiendas de cocina hacen un trabajo estupendo en presentar sus productos como regalo: más especializado, mejor. Y así mi cocina se llenaba casi sin que me diera cuenta.
¿Cocinas o presumes de cocinar?
Empecé a evitar la cocina. Estaba tan llena de cosas que sacar cualquier herramienta era un acto de malabarismo para evitar que el resto se me caiga encima. Cualquier visitante pensaba que yo era como mínimo aprendiz de chef, porque tenía todo lo que se ha inventado para la cocina. Mientras tanto me limitaba a prepararme ensalada o patatas cocinas para no remover el orden cuidadosamente establecido. Todo encajaba como un Tetris con la lógica dificultad de sacar cualquier pieza de su sitio.
La ligereza de las mudanzas
Llegó el día de mudanza. Mi destino era Sao Paulo, Brasil, y quería llevar únicamente una maleta. No iba a llenarla de ollas, sartenes para según que plato o cucharas varias. Mis hermanos y algunos amigos me lo agradecieron y yo empecé casi desde cero de nuevo. Mi piso en Brasil tenía 5 ollas y dos sartenes para 6 personas. Conseguí hacer huevo frito, crepes, verduras chinas, albóndigas y hasta tortilla de patata todos en la misma sartén. Dejé de preocuparme si la olla realmente era del tamaño perfecto o “para eso” y empecé a preocuparme mucho más por la calidad de los ingredientes. Aprendí a cocinar porque mi entorno me ayudó a concentrarme en la comida en vez de despistarme con herramientas.
Descubrí el minimalismo en la cocina: el enfoque en lo esencial sin necesidad de adornos innecesarios. Lo importante es tu alimentación, y no hace falta una mudanza para volver a descubrirla.
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