No quiero ser Lionel Messi. Sí, lo sé, muchos estaréis pensando que os cambiaríais por él, por darle patadas a un balón, tener muchas tardes libres y cobrar millones de euros al año. Pues no, no quiero ser él.
No quiero no poder salir a la calle sin que los periodistas me sigan fuera del campo de fútbol. No quiero que la vida de mis hijos se retransmita día tras día y que crezcan con el estigma, porque no es ninguna suerte para un niño, de ser el hijo del mejor jugador de la Historia.
No quiero que en el país en el que juego sean más noticia mis deudas con Hacienda, que afortunadamente yo no las tengo, que los goles y jugadas con los que engrandezco la historia de la Liga, ensalzo la competición y permito que los partidos a las 4 de la tarde o las 12 de la mañana le sean rentables a Javier Tebas y su tropa.
No quiero que con mi futuro jueguen las mafias periodísticas de este país. No quiero que, con tal de hacerle daño a mi club me hagan daño a mi, poniéndome en contra a los aficionados del equipo en el que he crecido futbolísticamente y acusándome de ser un incorregible amante del dinero.
Pero sobre todo no quiero que a pesar de identificarme con el país que me vio nacer, a pesar de haber rechazado la oportunidad de jugar para la selección española y haber engrosado mi palmarés con títulos mundiales, se me siga considerando un extraño y un traidor a la patria.
No quiero que a costa de entrar en la moda de atacar al mejor jugador de la Historia del fútbol, presentadores o pseudoperiodistas deportivos engrosen sus ventas de periódicos o sus audiencias televisivas. Si Brasil humilla a Argentina es porque Messi se paseó por el campo. Si la albiceleste gana a Colombia con un gol estratosférico y dos asistencias para empujarla de Lionel, no tiene mérito ninguno, es su trabajo. Se rellenan columnas de periódicos y editoriales de programas televisivos con un "ganamos gracias a él pero ya era hora ".
Si Messi hubiese querido engrandecer más aún su figura futbolística y comprar todas las papeletas para haber sido el Balón de Oro durante los últimos 13 años lo tenía muy fácil. Los Piqué, Alba, Busquets, Iniesta y Xavi que durante tantas tardes le han ayudado, y salvo el último caso le siguen ayudando, a entrar en el Olimpo futbolístico han ganado dos Eurocopas y un Mundial, la decisión era sencilla, juego para el país que me ha dado los éxitos.
Pero no, Lionel Messi quiso jugar para el país que le dio la vida, en cuyos campos surgió el amor por la pelota. Leo ama a su patria, ama Argentina... Y no hay mayor cebo para la pobreza mental del que disfruta disparándote donde más duele que saber que profesas ese amor por una camiseta, un país y una forma de entender la vida.
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