Don’t breathe (Fede Álvarez, 2016. EEUU): novedosa y extremadamente hábil segunda película, un thriller de horror encuadrado dentro de la variante home invasion, solo que a la inversa ,del uruguayo Fede Álvarez, quien se confirma tras haber dado bastante que hablar con su anterior largo, el plausible remake de Posesión infernal, cuyo original dirigiera Sam Raimi en 1981, produciendo este último estas dos propuestas del cineasta sudamericano. La última de ellas, esta Don’t breathe, entra de lleno en el podio de las mejores propuestas de horror de los últimos años, especialmente con esa sensación que deja Álvarez de, mediante un ejemplar uso de la cámara y un pulso narrativo propio de un director veterano, meter al espectador en la casa donde tres jóvenes ladrones pasarán la peor noche de sus vidas, a merced de, en un jugada maestra tanto del guion como de llevarlo a buen puerto, un ciego cuya mirada en primer plano resulta terrorífica. Una de las experiencias más gratificantes que se podrán vivir en una sala de cine en lo que queda de año.