¿No sabes lo que quieres? No te preocupes, eso es bueno. Cuando uno sabe siempre lo que quiere no es siempre bueno. La personalidad necesita momentos de incertidumbre que hagan que pueda crecer y desarrollarse.
Muchas veces escucho comentarios o pensamientos en voz alta semejantes a este :
"Estoy pasando por una etapa de mi vida con un gran problema: . No sé lo que quiero y no tengo ningún objetivo para centrarme en él y perseguirlo hasta conseguirlo. Ni siquiera lo dónde quiero ir, qué quiero hacer con mi vida. ¿Cómo puedo salir de esta situación?"
En estos caso lo primero que tienes que hacer es cambiar tu punto de vista. El error que solemos cometer es pensar que el problema está en la incertidumbre, pero en realidad el error está en dejar los pensamientos negativos en nuestra mente durante las etapas de incertidumbre porque actúan como obstáculos para poder avanzar. Se que no es fácil dejar de lado los pensamientos negativos en estos casos porque generan un bucle del que luego cuesta más salir. Por eso te digo que antes de decidir y pensar en lo que harás debes aprender a no pensar en negativo, a no pensar frases como "no se ni lo que quiero hacer con mi vida".
Cuando tienes momentos de duda tienes que pensar que estás ganando tiempo para poder elegir bien. Que tienes tiempo para informarte de las distintas posibilidades que existen sobre lo que te crea esta inseguridad interior y cuando tengas toda la información siempre te podrás decantar por una u otra opción. Tienes el poder de la elección.
No tener un objetivo claro te pone en una situación en la que tienes muchas salidas posibles. Una situación en la que no tomas decisiones porque no sabes qué camino debes seguir. Sobretodo, y esto es lo más importante, te pone en una situación en la que no tienes una idea preconcebida de ti mismo ni de la elección que vas a hacer. El tener estas dudas permiten que te tomes tu tiempo para elegir, lo cual no ocurre cuando tienes un objetivo sin incertidumbres.
Si sabemos siempre con certeza quién somos y qué queremos ser corremos el riesgo de inhibir el pleno desarrollo de nuestras capacidades, que siguen estando condicionadas por el peso de la opinión, normalmente incompleta, que tenemos de nosotros mismos. Se corre el riesgo de elegir el camino no correcto por no haberse tomado ese tiempo que en caso de incertidumbre nos tomamos para aprender más de las opciones que hay y elegir entre estas opciones.
Si no sabes lo que quieres, puedes quererlo todo.
Frederick Nietzsche dijo :
"El llegar a ser lo que se es presupone el no barruntar ni de lejos lo que se es. [...] El nosce te ipsum [conócete a ti mismo] sería la receta para perecer, entonces el olvidar-se, el malentender-se, el empequeñecerse, el estrechar-se, el mediocrizar-se se transforma en la razón misma "
No tienes que tener prisa para saber cuál es tu destino.
Otra cosa importante mientras "incubas" tu decisión es mantener tu mente libre de decisiones preconcebidas para que no interfieran en este momento de maduración interna que te ayudará a tomar la decisión correcta.
Para ello debes tener la mente relajada, en calma, tranquila, sin preocupaciones y sin objetivos. Tienes que aceptarte con tu incertidumbre. Si tienes esta actitud podrás desarrollar tu capacidad de elección sin obstáculos.