Prohibido para el toreo a pie.
Anda el taurinismo revolucionado, será por las fechas, tan poco taurinas y, sobre todo, tan malas para escuchar el tipo de pasodoble que más les gusta: el ¡cling, cling! de su caja registradora. Con el síndrome de abstinencia al toro, que también existe, y bien jodido que es, dan pábulo a todo tipo de chismes, rumores, bulos, noticias que no son noticias, majaderías impropias de gente seria, que debe de ser la del arte. Que si José Tomás ya se monta en la BH, como el Piraña de Verano Azul; que si ha habido en Algeciras -esto suena a cuando el Gobierno se reúne con ETA- una reunión secreta entre los toreros y Rubalcaba -mira si podía haber militarizado medio escalafón-; que si Perera es un figurón del toreo aunque no sepa torear, porque tiene tuiter; críticos a los que el móvil les echa chispas, buscando el chivateo de caballistas desbocados que se rejonean entre ellos; figuras que pretenden revocar las leyes constitucionales lidiando un festival de moruchos afeitados en Barcelona; cábalas y más cábalas sobre lo ya cantado, que no es otro cantar que las fechas gordas de la temporada serán para las figuras domecqticadas de siempre.
El caso es que estamos a mediados de enero y desde la famosa foto palaciega no sabemos nada del traspaso a Cultura. Desconocemos si la ministra sigue viva; perdimos una votación en el Congreso, para dirimir si se debían televisar o no las corridas de toros en el ente público -de unos pocos-; y al Consejo de RTVE, en su manual de estilo, sólo le ha faltado poner que el perfil psicológico del aficionado al toro es el mismo que el de Antonio Anglés. No sería de extrañar que a la próxima entrevista con los toreros gé gé, viendo el interés político que hay, en vez de mandar a Rubalcaba, el Gobierno envíe al canijo de Cruz y Raya a hacerse la foto con Cayetano.
Nos prometieron el chocolate del loro con aquello de Cultura, que todo iba a ser diferente y que la tauromaquia iba a ser cosa fina. Nos llamaron retrógrados, fachas y cavernícolas por pensar que la bicha es la bicha, y que esto no tiene arreglo, mucho menos en un ministerio que no sea Interior. Sin embargo, en ningún momento se pretende que los toros, de una tarde para otra, vayan cinco veces al caballo, ni que las figuras maten la camada de miuras entera, aunque sí estaría bien empezar a ver señales de ese interés, tan cacareado, de los profesionales por el resurgir de la Fiesta.Pues pasa al contrario, que uno se da un garbeo por los medios y lee noticias que no son nuevas, parecen calcadas a las del pasado, a ese pasado en el "dañino" Ministerio de Interior, freno de mano del toreo del nuevo siglo.
Domingos de Resurrección y Ramos como han sido siempre, cerrados a cal y canto, sin novedades, y ganaderas mucho menos; figuras que, pese a haber promulgado con lo del esfuerzo para atraer a la gente, la accesibilidad del espectáculo, el precio de las entradas, el IVA y el tal y tal que puso tan de moda Jesús Gil, estiran el chicle más de lo deseado. Veáse el Juli, en Sevilla, jugando con la carta de la ausencia de José Tomás -nunca creí del todo eso de que cada uno pide lo que quiere, ahora menos-. También da grima, y mucha, ver una de las últimas camadas de los patasblancas de Sánchez Cobaleda, con esas espectaculares arboladuras que si nadie lo remedia acabarán afeitadas reglamentariamente para lidiarse en festejos de rejones. Porque novios de a pie no tendrán. Estos están en otro mundo. En Olivenza, por ejemplo, dónde el Oreja de Oro 2010, llevará a cabo su enésima gesta: toreará dos corridas en un mismo día. Por la mañana, una de Zalduendo. Por la tarde, la de Garcigrande.
Empezamos bien.