En Francia (de nuevo el foco de atención), entre 1540 y 1550, comenzaron a surgir fuertes discrepancias entre católicos y calvinistas, lo cual dio lugar a las llamadas Guerras de Religión, que fueron una serie de ocho conflictos que tuvieron lugar en la segunda mitad del siglo XVI. La muerte del rey Enrique II en 1559 lo agravó todo. Las guerras comenzaron en 1562 y acabaron en 1598 con la promulgación del Edicto de Nantes. Es un hecho recordado por muchos por la famosa frase "París bien vale una misa" que supuestamente pronunció Enrique de Navarra al convertirse al catolicismo para acceder al trono de Francia. A quienes estéis interesados en conocer un poco más del tema os recomiendo el visionado de la película "La reina Margot", que es un buen film y bastante fiel a la Historia.
Matanza de San Bartolomé: el 25 de agosto de 1572, los católicos asesinaron
a no menos de 15.000 hugonotes por toda Francia.
Lo realmente interesante de todo es que, a pesar de su nombre, las guerras de religión fueron el fruto de enfrentamientos políticos, luchas sociales y de poder, diferencias culturales e, incluso, una Europa en constante tensión. El análisis objetivo de los historiadores ha puesto de manifiesto que, en realidad, fueron guerras políticas en las que la religión sirvió como excusa para justificar las aspiraciones de cada bando. Y esta disputa política disfrazada de religión volvió a repetirse en 1618, extendiéndose ya por toda Europa, durante la Guerra de los Treinta Años. Y 5 siglos después estamos en las mismas. Parece mentira que con estos precedentes aún no hayamos aprendido nada.
No matan las religiones, sino los hombres, ya sean curas o ayatolás, y lo hacen en nombre de unas creencias que aseguran defender. Y esas creencias son un factor determinante en la lucha por el poder, porque la religión siempre ha sido un elemento utilizado como arma de poder y de intimidación. Ahora la sociedad es cada vez más antimusulmana cuando el peligro real no son los más de 1.500 millones de musulmanes que hay en el mundo, sino el radicalismo de los yihadistas que también matan a musulmanes en Siria, Nigeria, Irak, Yemen o Sudán.
El escenario es muy claro, y uno no se explica, salvo desde la hipocresía, qué pintan líderes políticos que mantienen a su propia población árabe hundida en la miseria y el hambre incumpliendo casi 100 resoluciones de la ONU, dirigidas a terminar con semejante carnicería, manifestándose en cabeza en contra de los asesinatos.
Hay muchas cosas sobre las que pensar y hablar, pero sobre todo hay dos cuestiones sin respuesta: ¿acaso creían USA y Europa que no se produciría una reacción a la falsa integración de los árabes en occidente? ¿acaso creían, norteamericanos y europeos, que no habría acciones de venganza por las injustificables acciones de guerra llevadas a cabo en Libia, Egipto, Siria, Irak o Yemen, disfrazadas, en algunos casos, de celestiales revoluciones, y que han dejado países desmantelados totalmente en manos de fanáticos sanguinarios?
Cuánta ignorancia, cuánto infantilismo, cuánta hipocresía. Esto es política, señores, no es religión, a ver si lo vamos comprendiendo de una vez por todas. Por eso, yo que soy ateo, soy Charlie Hebdo, pero también soy sirio, egipcio, iraní...