Muchas veces escuchamos entre adultos el dicho de que “me faltó escuela”, sólo para justificar errores que cometen en la vida diaria, culpando de ello a sus padres o a quienes se encargaron de su educación.
Sin embargo, la escuela nunca se termina, y aún en la edad adulta es posible encargarse uno mismo de su propia instrucción, por lo que esa frase de “me faltó escuela” podría cambiarse en “me falta escuela”, lo cual es muy diferente.
Sin discusión, son los libros la mejor escuela. Esto lo había dicho un pensador inglés, pero el tiempo, verdadero maestro, ha confirmado año tras año, día tras día, que en efecto, no hay universidad que supere a los libros en la educación e instrucción del ser humano.
Nada aprende mejor el hombre que lo que aprende por sí mismo; pero esto exige un esfuerzo personal de búsqueda, de investigación, y si bien es cierto los maestros sirven de guías y orientadores, no hay cosa mejor que los libros como fuentes permanentes del conocimiento.
A lo largo de la historia hemos visto a muchos hombres y mujeres de gran valía, que no tuvieron oportunidad de ir a la universidad, pero con sólo haber aprendido a leer y escribir, a veces hasta en la edad adulta, pudieron seguir educándose a sí mismos y labrarse un gran futuro.
Caso concreto es el de Elías Calixto Pompa, quien sin siquiera haber terminado su primaria, empezó a leer cuanta cosa caía en sus manos hasta convertirse en uno de los más ilustres poetas, periodistas y políticos del siglo 19 en Venezuela.
Vamos a leer porque el saber te hace valer.
Artículo publicado por la revista México Rural en su edición de enero de 2018.