Revista Cultura y Ocio

No somos animales, de Alejandro Agresti

Publicado el 30 abril 2015 por María Bertoni
Cobertura de Espectadores.

Cobertura de Espectadores.

Algunos de los adelantos y reseñas que la prensa porteña publicó en el transcurso de esta semana a propósito del reestreno de El acto en cuestión anunciaron -eso sí, sin precisar fecha- el desembarco comercial de la otra película de Alejandro Agresti que también se proyectó en el 17º BAFICI. Como su predecesora, No somos animales arrastra una disputa en torno a la propiedad legal del material filmado, o al menos eso es lo que sugiere la apertura del largometraje que el realizador argentino escribió con John Cusack. Verídica o parte de la ficción, la advertencia aumenta la curiosidad del espectador.

La curiosidad crece a medida que acompañamos este ejercicio de reflexión sobre temas tan enormes que en principio no caben en un film cuya duración supera apenas la hora y media. A saber: idas y vueltas del proceso creativo (en este caso, de un guión cinematográfico), el pasado reciente de la Argentina, el presente de los Estados Unidos, el (des)encuentro entre las idiosincrasias y/o culturas argentina y norteamericana, la paternidad, el suicidio, la angustia existencial, la (in)conducta animal de todo ser humano.

Agresti, Cusack, Paul Hipp, Kevin Morris -también Al Pacino a la distancia- abordan estos temas mientras encarnan a personajes que se les parecen mucho pero que se llaman distinto (el director eligió el nombre de Patrick Pesto, por ejemplo). Los cinco simulan participar de la pre-producción y el rodaje de una película ambientada en Buenos Aires y con rumbo incierto. Las reuniones de trabajo, los ensayos con cámara en mano, las salidas recreativas, los tiempos muertos en el hotel donde se alojan los actores extranjeros constituyen una puesta en escena al servicio de preguntas, observaciones, hipótesis sobre cine, política, civilización y barbarie.

No somos animales, de Alejandro Agresti
Son discutibles varias (o todas) las ponencias desarrolladas así como el uso de algunos recursos narrativos para ilustrarlas. Por ejemplo, la caracterización de los personajes argentinos que encarnan Norman Briski, Mario Alarcón y Héctor Díaz, Juana Viale y Romina Ricci, Leticia Bredice, Edda Bustamante parece apuntar a los prejuicios que los estadounidenses tienen (o tendrían) de nosotros.

Si algo debemos agradecerles a Agresti, Cusack (también a Hipp y a Morris, que al parecer colaboraron con el guión) es esa invitación a participar de la discusión, a rebatirle al personaje de Briski sus afirmaciones sobre peronismo, a desarticularle al personaje de Morris su elogio de un Estados Unidos respetuoso a ultranza de la Ley, a pedirle a Pesto precisiones sobre su concepto de dictablanda.


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