Llega un otoño político caliente a España, cuya superación será decisiva para avanzar en la reactivación económica y en la superación de conflictos que afectan a la calidad de nuestra democracia.
Además, se preven grandes tensiones en el escenario internacional ante la gravedad de los retos y conflictos globales, como la pandemia, las migraciones, la crisis climática o la confrontación entre Estados Unidos y China. Un escenario en el que también se celebrarán procesos electorales en Alemania y Francia.
Explicar con transparencia las causas de los problemas cercanos, como el más reciente de la subida de la tarifa eléctrica, y adoptar reformas en defensa del bienestar de la ciudadanía, permitiría ganar credibilidad y prestigiar la política frente a la estrategia de la anti-política que siguen PP y VOX.
Pero no olvidemos que las decisiones políticas de mayor trascendencia se toman en un marco global y desde instancias que configuran una gobernanza supraestatal. Es ahí donde se debe afrontar la regulación, con cambios sistémicos, de las reglas de un mercado descontrolado y especulativo, fruto de la doctrina neoliberal que rechaza cualquier tutela de los Estados y provoca cada vez más desigualdad, injusticia y pobreza.
Vivimos un tiempo de emergencias e incertidumbres, y las fuerzas democráticas del planeta no deberían dudar sobre la necesidad de liderar -con un papel fundamental para Biden- propuestas para conseguir transformaciones de fondo en el modelo de sociedad capitalista.
Cuando hablamos del mercado no podemos admitir reglas sagradas e intocables que van en perjuicio de la inmensa mayoría de la población. Se impone un cambio de paradigma para lograr una sociedad planetaria más inclusiva y cohesionada, un cambio que evite una explosión social y una involución hacia un tipo de democracia autoritaria.
Necesitamos la aplicación real de una fiscalidad global y de mínimos a las empresas multinacionales del planeta, a las grandes fortunas y plataformas tecnológicas. Se debe reclamar a la UE, la OCDE y el G7 la efectiva eliminación de todos los paraísos fiscales. Debemos defender la suspensión temporal, en el marco de la Organización Mundial del Comercio, de las patentes farmacéuticas sobre vacunas y otros medicamentos esenciales para luchar contra la pandemia. También lograr de la Unión Europea una regulación más justa del mercado mayorista del sector energético, en el que las empresas eléctricas constituyen otro poder intocable. Son objetivos irrenunciables, no quimeras.
Ha de prevalecer el interés general frente a los grandes intereses privados de las élites financieras y tecnológicas
Tampoco debemos olvidar aquellos conflictos y retos globales urgentes. Es el caso de la necesidad de alcanzar acuerdos en las instancias transnacionales para la asignación de cuotas de cooperación solidarias de cara a la acogida de refugiados y migrantes -empezando por la UE-, los pasos a dar para construir una gobernanza democrática de la globalización desde la que frenar el cambio climático y responder a una situación de emergencia. A ello se suma también el control de las tecnologías de la comunicación, la inteligencia artificial, el uso de los algoritmos y las redes sociales para evitar que se conviertan en un arma al servicio de las élites que pueda causar la intoxicación por medio de la posverdad y las fake news.
No se trata de plantear quimeras, se trata de actuar sobre cuestiones de dimensión global relacionadas con la supervivencia del planeta, la vigencia de los derechos humanos y la democracia. Ante ellas, ha de prevalecer el interés general frente a los grandes intereses privados de las élites financieras y tecnológicas.
Odón Elorza es diputado del PSE-PSOE por Gipuzkoa.La entrada No son quimeras: se trata de nuestra supervivencia se publicó primero en Ethic.