10/07/2012 11:40:38
Algunos colegas con acceso a internet «online and full» se la pasan conectados a Internet un montón de horas al día. Y aunque en Cuba hay personas, personajes y personajillos (periodistas y no periodistas) con más de una PC casera conectada a la red, no constituye la regla. Claro, la sumatoria de tiempo «navegando» en este caso es relativa, pues no asumo el tiempo que utilizamos en los equipos de las redacciones de los respectivos medios de prensa.
Sí. En realidad me molesto cuando alguien, por pura imaginación, me tilda de «adicta a Internet». Obvio, para mi trabajo la conexión resulta imprescindible, incluso para las pocas horas de ocio de que dispongo. Pero a fuerza de ser justa, no creo que ochenta horitas al mes conviertan a nadie en «devota» de la instantaneidad, por no hablar de «velocidad», limitada por el ancho de banda disponible, y atada a un a un módem PCI que solo permite 56 kbps en el canal de bajada y 33.6 kbps en el canal de subida, y que creo ya ni se fabrican.
Pero bueno, es que veo como no pasa día sin que aparezcan noticias sobre la adicción a Internet en los medios de todo el mundo. Cansada de tanto parloteo y sensacionalismo a ultranza, me decidí a investigar el tema, de modo que leí y consulté especialistas antes de asumir una opinión, sin límites aldeanos. Entonces me pregunté: existe o no la llamada «adicción a Internet» o es, simplemente, fruto de los tecnófobos?
Veamos primero la definición genérica que da Fabrizio Ferri-Benedetti del término «adicción a Internet».
La adicción a Internet consiste en el «uso excesivo de Internet y las nuevas tecnologías asociadas a la Red, un uso que altera significativamente la vida personal y genera problemas psicológicos graves». (No existe, sin embargo una definición única de este supuesto trastorno de la conducta).
La frase apareció por primera vez en 1995 en boca de Ivan Goldberg, un médico norteamericano. Conforme el uso de internet crecía, periódicos y televisiones de todo el mundo divulgaron esta expresión al hacerse eco de casos tan sonados como el de un matrimonio que dejó morir a su hija al prestar más atención a Internet que a ella.
En el ámbito clínico, sin embargo, la adicción a Internet no es un trastorno reconocido oficialmente. En el Manual de Diagnóstico Básico y estadístico de los Trastornos Mentales (DSM), usado por psiquiatras y psicoterapeutas en todo el mundo, la adicción a Internet no aparece. Ninguna asociación médica ni organismo competente reconoce la existencia de una «adicción a Internet».
Entonces, «¿por qué tanta inquietud y aprensión social?», se pregunta Ferri-Benedetti, y continúa:
«Los casos clínicos en los que el acceso continuado de Internet estaba presente han generado a lo largo de los años una gran inquietud y alarma social, lo que ha llevado a investigadores médicos y psicólogos a sondear las causas del fenómeno. Espoleada por el miedo, la opinión pública ha dado por sentada la existencia de la adicción a Internet.
«La entrada de Internet en todas las facetas de nuestra vida, desde el trabajo hasta las relaciones sociales, ha provocado que el uso de la Red sea todavía más extendido, lo que ha intensificado directamente las dudas sobre los efectos del uso continuado de Internet.
Desde que existe como concepto, la «adicción a Internet» se ha convertido también en un negocio para terapeutas y clínicas de desintoxicación, raudas en ofrecer a clientes pudientes y preocupados una solución para lo que ellos perciben como un problema personal que les impide llevar una existencia normal».
Pero cuidado —alerta Ferri-Benedetti —, «no confunda consecuencia con causa, pues los humanos tendemos a echarle la culpa de todo a la tecnología, quizá por ser algo externo a nosotros e indiferente a las emociones, o tal vez porque la tecnología cambia radicalmente nuestra forma de vivir, lo cual choca con nuestra característica resistencia al cambio. Sea como sea, cuando una nueva tecnología aparece siempre hay quien intenta demonizarla».
La adicción a Internet es un chivo expiatorio para problemas subyacentes. Al estar tan presente en nuestras vidas, es habitual que Internet sea el decorado de un abanico muy amplio de situaciones, como enfermedades mentales previas, problemas psicosociales o médicos y tramas criminales. Se confunde el medio utilizado con problemas pre-existentes.
«En verdad el medio no tiene la culpa. La responsabilidad no es de Internet como no lo es tampoco de la ropa que llevan las personas cuando beben o fuman en exceso. Por poner un ejemplo, ¿dirías que los autos son peligrosos porque hay algunos locos del volante que han cometido crímenes con ellos? Evidentemente, no».
¿Qué es lo que ocurre realmente cuando se es «adicto a Internet»?
En la mayoría de casos indicados por la prensa, el uso exagerado de Internet era una consecuencia de un problema anterior, y no la causa de las conductas anormales señaladas en las crónicas. Trastornos como la esquizofrenia o la ansiedad generalizada pueden afectar gravemente el equilibrio personal de una persona, llevando a un abuso de Internet. En otras palabras, «quien ya está enfermo usará Internet de una manera enfermiza».
En el caso de las adicciones a videojuegos e Internet hay países en la fuerte competitividad social y el temor al fracaso hacen que millones de personas recurran a la red como una fuente de distracción y fuga de la realidad, lo que pospone suicidios ligados a los sistemas de honor asiáticos y actos de abandono de uno mismo asociables a la depresión clínica.
Finalmente, Ferri-Benedetti contempla un aspecto económico. «La emergencia social que se ha generado alrededor de la “adicción a Internet” ha preocupado a gobiernos e investigadores, quienes han identificado a un buen objetivo para sus proyectos. Pero, una vez pasada la alarma, la inercia ha permanecido. Y es que es difícil admitir que se ha investigado algo que no existe».
Puede ser, sin embargo, que sientes que tu uso de Internet está siendo excesivo, o que personas a tu alrededor te han dicho que pasas demasiado tiempo delante de la pantalla de la computadora Si es así, no te asustes. A lo mejor es que tu cerebro te esté pidiendo una mayor cantidad de distracciones.
Entonces, «desintoxícate». Alterna el acceso a Internet con variadas actividades físicas y al aire libre; toma pausas de quince minutos cada 45 minutos de uso del PC, es una cuestión de salud; habla con las personas que te rodean para conocer su opinión sobre lo que sientes. Pregúntate si estás pasando por algún momento difícil o estresante, y en este caso, considera la opción de hablar con un psicólogo sobre tus problemas.
Y por supuesto, no creas todo lo que te cuentan ni todo lo que leas en internet. En la red, como en el cosmos, la basura permanece escondida a nuestros ojos, pero pulula.
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