Revista Educación

No te queda nada, Pancho

Por Siempreenmedio @Siempreblog

papaPor ahora el Papa Francisco (Pancho, si uno es canario y le tiene cierto aprecio cariñoso) me está pareciendo un tío cabal.

Esta semana ha admitido que en el Vaticano hay un “lobby gay”, es decir, un grupo de homosexuales de la curia pontificia que se posicionan juntos para ejercer determinadas presiones y sacar beneficios. Es una información no oficial, es decir, al jefe de estado se le escapó en una conversación que tuvo con alguien en algún lugar y otro alguien tenía la oreja pegada y lo filtró. Meses antes, la prensa italiana incluso relacionó la “baja” del Papa Benedicto con “la potente influencia de los grupos de presión económicos, escándalos sexuales y tráfico de influencias a altísimo nivel” (cita del periódico La Vanguardia).

Bueno, pues creo que está bien reconocer la existencia, en el seno de la institución religiosa, de un lobby que presiona; lo que no entiendo muy bien por qué tiene que ser más maligno que cualquier otro por ser un “lobby gay”, más allá de porque esta condición no está admitida por el derecho de esa propia organización. Está claro que en la Iglesia romana la presencia de estos grupos (de los lobbys; lo de los homosexuales es como lo de las meigas, haberlas haylas… pero demostrarlo es más difícil) existe desde sus inicios, y así la historia lo ha demostrado. Incluso en algunas películas, como El Padrino III de Coppola, se explicitaba esa circunstancia de maquinarias maquiavélicas en la sombra. Me imagino que igual que en cualquier gobierno de cualquier estado en el que se maneje tanta pasta como en el del país de San Pedro. Ahora, una vez que el propio Papa admite que hay un lobby, y está formado por gays, es cuando se pone en tela de juicio muchas cosas de la organización y coherencia de los dictados de la propia Iglesia como empresa multinacional que es.

Bueno, más allá de admitir un secreto a voces, el Papa Francisco parece que no mira para otro lado con los graves problemas que está sufriendo la Iglesia desde dentro. Esperemos que no se quede sólo en admitir, y que proceda al efecto de limpieza, no por la condición sexual de los implicados, sino por su calidad de grupo de presión. Y una vez admitido y localizado dicho problema que saque la fregona o el cepillo de púas de acero y empiece a desinfectar el resto de lobbys que hay ahí dentro y que nadie señala, empezando por el de los pederastas, el de los extorsionadores, el de las sectas, el de los partidismos, el de los aprovechados y el de los telepredicadores.

Como diría un amigo: “No te queda nada, Pancho”.


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