Este parece ser el grito de guerra del profesor Andrés Ollero, catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid). Está claro que la tolerancia presupone siempre un hecho negativo, se tolera algo malo de por sí para evitar un mal mayor. Pero las cosas buenas se difunden, se comparten, se respetan, pero nunca se toleran.
Que la religión no es «un factor negativo» es algo que de diversas maneras se puso de manifiesto el pasado verano en Madrid, durante la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud. Y además lo evidenció un sector tan especial como el de los jóvenes. Según una encuesta reciente del CIS, en España, el 72% de los encuestados se declaraba católico, de los cuales van a Misa casi todos los domingos y festivos» el 15%; y «varias veces a la semana» el 2,7%. Un dato ciertamente notable es el aumento del número de asistentes a misa los domingos, el 2,1%. Si consideramos, redondeando, que España tiene unos 47 millones de habitantes, el 15% de esos 47 millones nos da la cifra absoluta de más de siete millones. Ciertamente no son muchos, pero son más de los que asisten a los conciertos o acuden a los partidos de futbol.
Que no, que ya está bien de ser políticamente correctos. Tolerancia cero con la intolerancia radical de los mal llamados tolerantes.