Pongamos que estás en una situación en la que no estás del todo a gusto, por ejemplo en tu trabajo; lo has comunicado, no hay cambios y tú te sientes frustrada.
Intentando que las cosas cambien, que se ajusten más a lo que tú quieres que sea ese trabajo o los valores de la empresa o el trato de tu jefe/a o de los compañeros.
¿Te suena?
El otro día, en un libro, leí una metáfora que me pareció muy clarificadora para ciertos temas.
Imagina que vas a un restaurante y ves que tienen un menú con x platos que vale 40 euros.
¿Qué haces?
Miras el menú y decides si te gusta o si te apetece eso.
Miras el precio y decides si quieres/puedes pagarlo.
Decides y entras. O te vas a buscar otro. O decides cenar o comer en casa.
¿Qué no haces?
No te pones a protestarle al dueño que tú quieres que tenga otro postre (o más de uno ; ) o que te baje el precio.
Es lo que hay, quizá puedan hacer alguna modificación pero ya.
Ahora piensa en tu trabajo y en otras situaciones similares.
No es que no puedas cambiar nada o pedir. No es eso.
Me refiero a mires con atención qué se te ofrece en ese sitio, cuáles son su «menú» y su «precio».
Preguntes lo que tengas que preguntar.
Y si no es lo que quieres, buscas o necesitas, te plantees buscar otro.
Quizá no de inmediato (o sí).
Pero no te quedes estancada en intentar cambiar algo que, después de haberlo propuesto una o varias veces, no va a cambiar.
Solo vas a conseguir frustrarte y actuar con rabia y desmotivación.
Te pongo dos ejemplos de clientas:
– Una clienta se llevaba mal con su superior, estaba amargada, había intentado de todo y ya no sabía que hacer porque su trabajo le encantaba.
Hasta que, en un sesión, pudo aceptar que eso es lo que había con esa persona. No iba a cambiar y si cambiaba sería cuando y cómo ella quisiera, mi clienta no podía controlar eso.
Así que tuvo que decidir qué hacer sabiendo que ese era «el menú».
Decidió aguantar un poco más aprendiendo a gestionar la interacción y, más adelante, plantearse cambiar de trabajo.
Al final la persona dejó el puesto y el problema se solucionó solo, pero lo importante fue que al aceptar que las cosas con esa persona eran así pudo enfocar su energía en otros temas y no sentir tanta rabia (o gestionarla mejor).
– Otra de mis clientas no veía claro el futuro en una empresa que le gustaba mucho porque quería crecer y más responsabilidades.
Decidió plantearle a su jefa lo que necesitaba de aquí a un año para decidir seguir en su trabajo. La jefa le dijo que eso no lo iba a poder tener y entonces ella, con esa información, sabiendo que no iba a tener lo que quería para sentirse realizada, decidió dejar la empresa.
Esto son dos ejemplos claros de cómo aceptar lo hay y preguntar lo que necesitas te lleva a actuar con coherencia y claridad, sabiendo que haces lo que quieres.
¿En qué situación estás tú?
Espero que te ayuden esta reflexión y los ejemplos y si quieres apoyo para tomar una decisión te puede interesar:
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Un abrazo.
La entrada ¿No ves cambios y te sientes frustrada? Prueba esto. se publicó primero en Coach de la Profesional.
