Revista Opinión

Noche de cava, dinero y palomitas

Publicado el 01 diciembre 2011 por Carmentxu

Ayer corría el dinero a espuertas por las cañerías de las finanzas internacionales, donde la cal se había petrificado y amenazaba con pudrir los conductos. Y corría yo también por una de las calles comerciales más emblemáticas de Barcelona, el Paseo de Gracia. Corría hacia la estación: perdía el tren, el reloj me lo advertía. Sólo quedaba un minuto para que se cerraran compuertas y el gusano se sumergiría en el oscuro túnel que lo separa de la estación de Sants. Y yo no estaría allí a tiempo. Como en las pesadillas, mis esfuerzos no se correspondían con el resultado. Avanzar era casi imposible. Pero no, no era una pesadilla: el frío en la cara y en las manos me despertaban en las esquinas. Era un espejismo. Cava, palomitas, pequeñas haimas que ofrecían té, snow food, tapas, consomés, copas de vino. La gente se arremolinaba alrededor de los puestos de diseño, en los fotocalls intentando reconocer a aquella mujer con la que algunas señoras guardaban turno para fotografiarse y que tanto aire se daba con Elena Salgado. El objetivo del lío, como el de la Navidad, como el de la acción concertada ayer de la Fed, el BCE y los bancos centrales de Canadá, Japón, Suiza y Reino Unido no era otro que resucitar al muerto con la única arma que conoce el capitalismo: el consumo. La mascarada atraía sobre todo turistas, pero también curiosos domésticos, privilegiados que volvían a sus casas después de un día de trabajo, modelos, camareros, azafatas, carteristas… Todos juntos en este carnaval improvisado bajo las luciérnagas artificiales recién encendidas que anuncian que ya es Navidad.
No llegué a tiempo a la estación. Me dejé invadir por los destellos y las músicas, por la algarabía. El tren, también derrotado, había llegado tarde y finalmente allí estábamos los dos en el andén. Allí, apoyada en la ventana, bajo la luz fría y democrática del fluorescente de la estación, me sentí triste. Entre tanta gente, tanta luz, tanta fiesta prefabricada me había faltado algo: no había visto ningún niño. Dicen los entendidos que son el futuro.

Noche de cava, dinero y palomitas


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