Debido a la petición popular de escribir una entrada sobre lo acontecido la noche del 18 de diciembre de 2014, fecha que quedará en lo profundo de nuestra memoria, he decidido complaceros y aquí está el resumen de aquella noche.
Tras un mes de especulaciones, fechas cambiantes, bajas y altas de última hora, planes indecisos y mucha expectación, llegó la cena de navidad con mis futuros auditores. Habíamos quedado las féminas a las 9 de la noche en Puerta Jerez para ir juntas al restaurante, ya que los chicos estaban esperando cogiendo sitio para todos. Se fueron algo así como una hora más temprano para no tener que esperar mucho en la puerta, digo esto por lo que viene a continuación tiene que ver con esa previsión.
A pesar de haber quedado a las 9, por extraños sucesos y aventuras de última hora, a esa hora fue cuando me monté en el metro y me esperaban al menos 8 minutos hasta llegar. Empezaron las primeras llamadas de: ¿Dónde estás? Cuando esas llamadas se producen, sabes que la gente no admite muchas esperas y que más vale no llegar tarde. Conté cada minuto en el metro pero por mucho que lo intenté, no conseguí que el conductor leyera mi deseo mental de que se saltara todas las paradas hasta llegar a Puerta Jerez. No había salido de la estación que ya me estaban llamando, resulta que si no estábamos todos no se podía entrar aunque fuera nuestro turno, eso en Bonilla no pasa. Cuando escuché eso no pude evitar pensar: “Llevan una hora esperando para nada” y entonces me salió la risa malvada involuntaria.
Por suerte para mi conciencia no fui la última en llegar, Eloy estaba viviendo su propio infierno personal con duchas intermitentes y planchas que se convertían en bombas de agua a propulsión. Como una hora después de lo planeado, subimos diciendo que estábamos todos aunque realmente aún faltaban dos y entonces llegó el momento de tensión a lo Misión Imposible. Los camareros, que por cierto son la cosa más rancia y agobiantes que he visto en mi vida, (es Navidad, chavales, se puede ser más simpáticos); como iba diciendo, los camareros vieron que aún había sillas libres y empezaron a decir que no podíamos estar si faltaban dos y por suerte se me ocurrió decir que estaban fumando y justo en ese momento aparecieron. Un suspiro de alivio se escuchó al unísono.
La cena bien, el descubrimiento de los huevos de codorniz y su alto nivel de colesterol fue lo más destacable, que si no lo sabiaís tiene 5 veces más colesterol que un huevo de gallina. Y entonces decidimos ir al botellón previa ruta de senderismo por Sevilla centro. Del botellón recuerdo llegar, beber y a partir de ahí empiezan las lagunas mentales.
Sé que hubo frases míticas:
- Es lo que pasa en Sevilla cuando no conoces la ciudad, giras a la derecha, giras a la izquierda, cruzas una rotonda: Bienvenido a Córdoba.
Tras ver un cartel de la película de Doraemon: ¿En serio era necesario hacer una película sobre Doraemon?
- Te pareces un montón a mi ex
- Pues que sepas que yo follo mucho mejor (frase heavy de la noche)
También hubo unas cuantas de confesiones amorosas, que por razones obvias no van a ser comentadas de nuevo. Sé que en algún punto de la noche entré en la discoteca, no recuerdo cómo fue porque al parecer desaparecí un rato y ya luego estaba bailando en la disco. Ya de esa parte hay pequeños flashes, pero me acuerdo que hubo unos cuantos de abrazos y un discurso final sobre la personalidad.
Sobre las 6 y algo tiramos para el metro y dejamos a los supervivientes de Carmen y Eloy perreando en la disco con la firme intención de cerrarla y lo consiguieron. Desde aquí mi más sincera enhorabuena, sois unos grandes.
Según mi compi de piso llegué al piso sobre las 7 y media y lo recuerda muy bien porque ella estaba a punto de levantarse para ir a clase, noté algo de rencor en su voz.
Y creo que hasta ahí, tenemos que repetirlo pero esta vez beberé menos para poder recordar más.
Feliz navidad, nenes!!