Revista En Femenino

Noches de insomnio

Por Ana María Ros Domínguez @anaroski

He pasado las dos semanas y media más horribles de mi vida. Maldita incertidumbre, que se convirtió en miedo paralizante, solo la idea de pensar que podría tener cáncer como mi madre, me ha hecho pasar unos días complicados, los cinco primeros la ansiedad era tal y que no podía pegar ojo, si en esos cinco días he dormido un total de cinco o seis hora ha sido todo. Ni siquiera la oración me consolaba, no podía dejar de pensar en mi madre, ni de pensar en mis hijas. Son muy pequeñas Dios mío, por favor que no tenga nada malo, que esto sea una tontería, un susto provocado por el estress y la ansiedad a la que vivo sometida como muchísimas mujeres que tienen que “conciliar” (odio la palabra) ser madre y trabajar fuera de casa.

No he podido evitar pensar en amigas y gente a la que quiero mucho, que son muy cercanas y que a diferencia mía no ha sido un susto, sino que han tenido que coger ese toro por los cuernos, todas ellas han sido un gran ejemplo de valentía, y no las nombraré aquí por respeto a su intimidad, pero ellas saben que las admiro.

Solo le pido a Dios que me de salud, salud para criar a mis petardas, y verlas grandes. Estos días me han hecho reflexionar mucho, sobre muchas cosas, y si ya tenía claro que hay cosas por las que no merece la pena sofocarse ahora lo tengo todavía más.

Este post es de desahogo, necesitaba vaciar mi interior de tanta tensión acumulada, pero también es un post de acción de gracias, de dar gracias a Dios porque a pesar de mi ritmo de vida, a pesar de mis esfuerzos, de mis defectos, de mis fallos, a pesar de todo me cuida, y me permite seguir viviendo el día a día y poder seguir construyendo el más bello reto, la mayor de mis ilusiones, mi gran proyecto: MI FAMILIA.

Gracias Dios Mío.


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