Siempre me ha encantado la primera arquitectura de Norman Foster, por su simplicidad y por su complejidad y por las movidas amorosas entre su mujer y la de su compañero Richard Rogers. Todo eso me hizo interesarme por su obra de una manera bastante especial. Debe ser un tipo curioso.
Ayer fui a comer a un restaurante chino, pero no al típico chino de arroz tres delicias y rollitos primaverales, fui a un chino de verdad. Un chino donde solo hay chinos y chinas, todo está en chino, en la tele ven películas en chino y lo más normal que hay en la carta son picos de pato y medusa guisada.
En una de las paredes había un poto, una enredadera que cubría casi toda la pared del local. El gran dilema de las enredaderas, guiar a una planta, darle unas pautas para que crezca por donde a ti te de la gana, ¿pero, y si luego te arrepientes? ¿y si necesitas colgar un cuadro donde tu bonita enredadera cubre la pared?
El aeropuerto de Stansted es una enredadera perfecta.
Mientras cenaba, no se porque razón se me vino a la cabeza este aeropuerto, poder cambiar, hacer cambios sin preocuparte de nada. Joder con los chinos!
Me parece una solución muy sutil, abierta al cambio y a la adaptación, sujetar con cinta adhesiva, exactamente igual que Foster en Stansted.
¿Le gustarán a Sir Norman los picos de pato?