En los años 30, hacer cumbre en la cara norte del Eiger no sólo significaba uno de los retos máximos para un alpinista, sino una cuestión de estado en la que los alemanes querían colocarse la medalla. Así, Toni Kurz y Andi Hinterstoisser, atacaron en 1936 la ascensión de la "pared de la muerte" como suerte de propaganda nazi. Una historia trágica y real ensalzada por los alemanes y que ha quedado recogida en multitud de documentos.
Philipp Stölzl la llevó a la pantalla hace casi dos años con un presupuesto mínimo y una producción que, a pesar de alejarse bastante de otras como "¡Viven!", encaja a la perfección con la historia que deseaba contar.
El alpinismo es el punto que marca la diferencia en esta película de acción, puesto que sus ritmos no tienen nada que ver con los de cualquier otro deporte, a pesar de que es una de las más grandes y duras representaciones de la lucha del hombre contra la incontrolable naturaleza. Es una historia de pura supervivencia que, a pesar de tener su épica, no echa en falta una lista de espectaculares efectos especiales. Corre al ritmo que marca la montaña y la desesperanza de encontrarse a miles de kilómetros del suelo y ser consciente de que tal vez no exista manera de volver a pisar nunca la hierba.
Conozco a más de un montañero al que le va a flipar esta película.