Revista Cultura y Ocio

¿Nos follamos a los libros?, por C.Pérez de Tudela

Por Cperezdetudela @liosylibros
¿Nos follamos a los libros?, por C.Pérez de Tudela En primer lugar, lector/a, quiero que aceptes mis disculpas por haber escogido un título como el que he escogido. Deseo que las aceptes sin más y que no te sientas ofendido/a de ningún modo pues no es esa mi intención. Además (y sé que pido muchísimo, sobre todo antes de haber entrado en materia), espero que comprendas que hoy en día, en este medio que es internet, si uno quiere que lo lean debe poner toda la carne en el asador; y no me refiero precisamente a compartir contenidos de excelente calidad o recursos de altísimo valor para sus suscriptores, me refiero a que escojo un verbo como es “follar” porque quiero que este post no sólo sea una reflexión sino también un experimento. Así es amigo/a, me he propuesto llevar a cabo un pequeño experimento a través de mi humilde blog. Uno que demuestre ciertas cosas que creo y que me gustaría que los datos de mi improvisada investigación respaldasen. ¿Me ayudas? En realidad no debes hacer gran cosa. Me conformo con que continúes leyendo, con que leas y posteriormente dejes un comentario, nada más. Follar, joder, acostarse, chingar, copular, aparearse… la lista de sinónimos es interminable. ¿Pero sabes qué tienen en común todos ellos? ¿No se te ocurre? Deja que yo te lo chive: Todos implican la unión de dos elementos. De hecho, si vamos más allá, todos ellos son verbos que hablan sobre la unión de dos elementos que supuestamente se atraen entre sí. Entonces ¿no es cierto que nos follamos a los libros?
Si me preguntáis a mí os diré que sí: Sí, nos los follamos.
Los lectores “follamos” constantemente, lo hacemos cada vez que seleccionamos un libro. Cada vez que escogemos estamos penetrando o siendo penetrados (sobre esta cuestión no sentaré cátedra, que cada cual escoja la modalidad con la que más goce) en o por sus personajes, su historia o las ideas que nos plantean… En cualquier caso, cada vez que un libro cae en nuestras manos y empezamos a leer, se crea una unión; una relación profunda y sincera. Libros los hay de todos tipos, al igual que las personas: Altas, bajas, gordas, delgadas, simpáticas, agrias, malvadas… Libros los hay buenos, malos, regulares, insoportables, adictivos, sinceros, engañosos… En esa línea, podríamos concluir que los verdaderos lectores le damos a lo que sea. A cualquier cosa que caiga en nuestras manos. En ese aspecto, se podría decir que los lectores voraces somos seres muy muy promiscuos. Es más, me atrevería a decir que somos ADICTOS. Necesitamos más y más y más y siempre andamos buscando. Que le vamos a hacer… “estamos salidos” y por eso buscamos esa unión desesperadamente. Al leer, al igual que al follar, también tenemos nuestros tempos. Y aunque uno quiera pensar que es él quien lo marca, en realidad es el libro quien lleva la voz cantante. En nuestra relación con ellos, sin que nos demos cuenta, casi siempre adoptamos un rol sumiso. El libro manda, no te engañes. Si te decepciona, él es quien lo provoca, no tú. Tú sólo eres el receptáculo de la decepción que te genera. Si te apasiona, te apasiona el libro. Entonces, mágicamente, lees, lees y lees y no puedes parar, quieres que dure eternamente. Sin embargo, siempre llega el final. Siempre llega la hora de la despedida y por mucho te he haya llenado, siempre deseas más. Igual, igual, igual que en el sexo… Si la relación sexual ha sido satisfactoria siempre deseas repetir (y quien diga lo contrario miente). Por el contrario, cuando un libro cuesta, cuando vemos que no nos entra, cuando sientes que no está hecho para ti y aun así decides llegar al final con él, sabes que la experiencia será mala; traumática incluso. De hecho, pese a que sabes que en la vida no deberías sentirte forzado/a por nada, cuando un libro cae en tus manos muchas veces por muy poco que te esté gustando sueles dar tu brazo a torcer y esperas, esperas y esperas deseando que la cosa mejore. Pero ¿quieres que te diga una cosa? Como en el sexo, si de entrada no te excitas, no esperemos de repente milagros. En la línea de lo último que te he explicado, lo de “malos polvos” con libros. Me gustaría aconsejarte que te protejas como lo haces cuando mantienes relaciones sexuales. Toma precauciones, ¡no te vayas nunca con un desconocido! Y si lo haces, hazlo porque ya te hayan hablado de él. Si eres un leer voraz, ya lo harás. Pero si eres primerizo, te aconsejo que vayas a tiro hecho. Mira blogs, lee reseñas. ¡Protégete contra los millones de “virus” que pueblan las estanterías últimamente! Piensa que si no haces un uso responsable de los libros puedes acabar gravemente enfermo/a y no poder volver a leer en toda tu vida. Así que tú mismo/a… En fin, lectores/as. Imagino que debéis estar pensando que me he vuelto loco, que soy muy soez, que tienen que ver peras con manzanas… Pero todo lo contrario. Estoy muy cuerdo y toda esta extraña reflexión tiene su por qué. Como ya os dije, quiero llevar a cabo una investigación, concretamente, un experimento empírico sobre cómo se posicionan los post de un blog de literatura. Y, claro, para conseguirlo no sólo he echado mano de vosotros, también he utilizado palabras y expresiones afines a la palabra más buscada hoy en día en internet: SEXO. Así pues, si la prueba sale bien, este post que tú acabas de leer en pocos días acabará posicionándose por delante de otros tantos por el simple hecho de utilizar palabras tales como follar, joder, chingar…
Y bueno, a ti, de nuevo, te pido disculpas y te doy las gracias por ser mi conejillo/a de Indias. Ya sabes, espero tu comentario.  ¡Gracias y hasta pronto!   Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook

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