Revista Cultura y Ocio

«Nos gusta mucho el naturalismo francés»

Publicado el 06 febrero 2020 por María Bertoni

«Aunque falta precisar fechas, sabemos que va a ser en 2020» asegura Francisco Novick sobre el estreno comercial de Tiempo perdido, opera prima que escribió y dirigió con Román Fernández y Natalio Pagés, otros dos egresados de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización o ENERC. Tras la première mundial en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata del año pasado, los autores del film avanzan casilleros con la mirada puesta en otros festivales y en el circuito de exhibición nacional. Entre estos pasos, figura la función privada que tuvo lugar a fines de enero en la sede de la DAC.

El largometraje –una ficción– gira en torno a un joven académico argentino radicado hace años en Noruega y especializado en la obra de Henrik Ibsen. La cámara retrata al protagonista en el marco de una breve estadía en la Ciudad de Buenos Aires, mientras participa de un congreso y de paso se reencuentra con un profesor y con una compañera del colegio secundario.  

Novick redactó el guion con Fernández y Pagés y dirigió la película con éste último, pero el Nosotros que pronuncia en diálogo con Espectadores remite al equipo de producción, cuyos integrantes también conforman el Colectivo Rutemberg. «Financiamos esta producción con la ayuda de un mecenas y con inversiones privadas muy chiquitas; no contamos con ningún subsidio del INCAA» explica antes de aclarar: «La mayoría trabajamos ad honorem«.

E: ¿Cómo surgió la historia que cuentan en Tiempo perdido?

FN: La película tiene dos orígenes. Uno personal: como el protagonista Agustín Levi, yo también me reencontré con un profesor de Literatura de mi colegio secundario tiempo después de haber egresado. Otro profesional: nuestro interés por los personajes que no pueden expresar lo que sienten.

En este punto, Novick se explaya con entusiasmo: «Román, Natalio y yo somos muy cinéfilos y nos gusta mucho el naturalismo francés. Antes de ponernos a escribir el guion, vimos un montón de películas cuyos personajes se escudan detrás de esta suerte de coraza sentimental. Encontramos diálogos y escenas inspiradoras en el cine de François Ozon, Olivier Assayas, Claude Sautet».

Sautet es el autor del film que más los influyó: Un corazón en invierno

E: ¿Y la ocurrencia de vincular a Agustín con Ibsen y Noruega?

FN: Fue algo bastante intuitivo. Primero quisimos que el protagonista fuera un académico y que se dedicara a la Literatura. Ibsen nos interesó porque sus obras tratan conflictos emocionales fuertes, dramas muy intensos. Entonces nos propusimos desarrollar la tensión entre un personaje híper frío y controlado como Agustín y su objeto de estudio, radicalmente opuesto.

Novick, Fernández y Pagés se tomaron dos años para escribir el guion. «Redactamos muchas versiones; la definitiva es aquélla que cerramos con los actores: con ellos pulimos las escenas con diálogos, sobre todo aquélla del reencuentro con el profesor en un restaurant. Dicho esto, no hubo mucho margen para la improvisación; el elenco debió adaptarse a un texto duro».

Martín Slipak encarna al protagonista; César Brie al docente. El entrevistado reflexiona sobre la participación del segundo actor. «Antes que apropiarse del personaje, el personaje era él», sostiene después de recordar las palabras de Brie cuando aceptó encarnar a Carlos: No puedo creer que me hayas dado este guion que parece escrito para mí.

E: Brie se dedicó al teatro; vivió en Dinamarca; estuvo casado con la danesa Iben Nagel Rasmussen. Resulta inevitable pensar en un juego de espejos…

FN: Fue una suerte de milagro que la vida de César pareciera calcada del personaje que imaginamos antes de conocerlo a él. Por otra parte aprovechamos su vasta experiencia teatral –así como la de Martín Slipak– para la escena del reencuentro en el restaurant, que dura 26 minutos en total. La filmamos de corrido, en dos jornadas: se necesitaba una memoria muy entrenada para aprender y decir tantos parlamentos.

E: ¿Cómo eligieron el elenco que también integra María Canale?

FN: Hicimos el casting sin otra limitante que nuestra preferencia por ciertos actores. Empezamos por Martín: un día fui a verlo al teatro, lo encaré y le di el guion. Respecto de María, a todo el equipo le gustaba su trabajo en varias películas y además daba con su personaje como anillo al dedo.

Como va y viene en el tiempo, el largometraje muestra a Agustín y a su ex compañera de colegio en el pasado y en el presente. «A los actores que encarnaron las versiones jóvenes de los personajes los elegimos en función de características físicas similares a Slipak y Canale».

«Nos gusta mucho el naturalismo francés»
«Nos gusta mucho el naturalismo francés»
María Canale y Martín Slipak en Tiempo perdido.

E: Noruega forma parte de la trama y su Embajada aparece en los créditos de Tiempo perdido. ¿De qué manera intervino este país en la producción del film?

FN: Se trató de un apoyo logístico. Acercamos el proyecto a la Embajada y nos ayudaron con el uso del idioma, el vestuario, la escenografía. Además nos acercaron potenciales distribuidores con los que estamos hablando. Todavía falta precisar fechas, pero sabemos que vamos a estrenar en 2020.

E: ¿Cuál fue la parte más dificultosa en términos de producción?

FN: Las locaciones… A contramano del cine independiente que suele rodarse en locaciones pequeñas, más controlables, Tiempo perdido debía transcurrir en espacios amplios e importantes, consecuentes con la condición pública de nuestro protagonista. Nos llevó alrededor de cuatro meses encontrarlos; incluso conseguimos un avión.

E: ¿Cuánto tiempo llevó el rodaje?

FN: Filmamos sólo los fines de semana durante tres meses. Los integrantes del equipo vivimos de otras actividades, así que nos juntábamos a filmar sábados y domingos. Fue una cosa bien de estudiantes de cine, a pesar de que la película era mucho más desafiante que un trabajo práctico.

E: Tiempo perdido se proyectó por primera vez en la sección Panorama de Cine Argentino del 34° Festival de Mar del Plata. ¿Cómo les fue?

FN: Fue una experiencia impresionante. Antes de esa première mundial, me preguntaba si podríamos transmitir la melancolía de un personaje que se presenta como un bloque de hielo, por momentos desagradable. Sin embargo la película funcionó muy bien. Mucha gente salió emocionada y fueron muy buenas las preguntas del público al término de la proyección.

E: Tiempo perdido se estrenará en circunstancias políticas distintas de aquéllas de producción. ¿Qué expectativas tenés tras la designación de Luis Puenzo al frente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales?

FN: Muchas… Estos últimos cuatro años fueron muy difíciles. Nuestro colectivo nació entre fines del kirchnerismo y comienzos del macrismo. Enseguida se nos cerraron todas las puertas; filmamos una película independiente porque queríamos hacerla pero no pudimos contar con ningún apoyo oficial.

El INCAA estuvo cerrado para los recién egresados o para quienes queríamos hacer nuestra primera película. A partir del nombramiento de Puenzo, un tipo lógico, que sabe mucho, estamos atentos. Esperamos novedades sobre el proyecto de una nueva Ley de Cine que en principio debería tratarse este año.

E: ¿Notaron algún cambio tras la partida de Ralph Haiek y equipo?

FN: Sí, uno muy grande: ahora nos atienden cuando llamamos por teléfono.

«Nos gusta mucho el naturalismo francés»
«Nos gusta mucho el naturalismo francés»
Sobre el Colectivo Rutemberg
Salvo por la mayoría de las letras del apellido, Rutemberg no tiene nada que ver con (Johannes) Gutenberg. Por lo pronto, su nombre de pila es Piotr como este personaje homónimo de origen ruso.

En la charla con Espectadores, Novick hace memoria: «Un grupo de amigos empezamos a hacer cortos y otros trabajos de manera desorganizada, hasta dos años atrás cuando fundamos la cooperativa de trabajo. Con Tiempo perdido nos profesionalizamos».

De los once integrantes del colectivo, algunos viven en Buenos Aires; otros en las ciudades de Paraná y La Plata. «Hacemos cine y libros sobre cine» comenta el entrevistado en alusión a la publicación que presentaron el año pasado en el Festival Internacional de Cine Fantástico y de Terror Blood Window Pinamar.


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