Revista Opinión

Nos piden fe y nosotros pedimos trabajo

Publicado el 18 octubre 2012 por Carmentxu

El Obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ha dado la voz de alarma: la mitad de los jóvenes no cree en Dios, un porcentaje que debe ser similar en otras franjas de edad, si bien ya se conoce la debilidad de la iglesia por esa horquilla de población. No es la primera vez que el orden de prioridades de Monseñor se ve tocado por un halo divino que se nos escapa al resto de los mortales, como cuando afirmó en enero de 2010 sin pudor ni nada que se le pareciera que “hay males mayores que lo de Haití, como nuestra pobre situación espiritual”, cuando un terremoto devastó el país causando decenas de miles de muertos. Para paliar el desastre espiritual, la Iglesia tiene previsto una comunión masiva en Valencia, para cristianizar a los jóvenes.

¿Cómo es eso posible? ¿Cómo se ha llegado a esta stuación de caos a pesar de la peineta y mantilla, de las medallitas sangrantes que lucen los máximos representantes del Gobierno? La Constitución dice que somos un Estado laico, pero también dice que tenemos derecho a una vivienda digna, a un trabajo,… Papel mojado al fin y al cabo. Ese no parece ser el problema: puede seguir ahí escrito durante siglos sin causar distorsión. ¿Cómo es posible que los jóvenes no crean en la dicha eterna, en el perdón de los pecados, en el encuentro de un trabajo digno con un salario digno, en la austeridad como el camino angosto que nos ha de llevar al cielo del crecimiento, en la multiplicación de los panes y los peces porque sí, porque lo dicen en la tele?

Nos piden fe y nosotros pedimos trabajo
En lo que sí creen los jóvenes, y también las demás franjas de edad, es en la multiplicación de los problemas, en el aumento de las tasas de educación y la caída de las becas, el crecimiento del precio de los libros y del material escolar, en el copago y repago sanitario y la redención de los poderosos penitencia mediante en su segunda o tercera residencia, que los hay muy místicos. Como Dios no está, ni se le espera, y si existe sería aún peor para su imagen, ante la dejación de funciones de que hace gala, los jóvenes creen en el refugio interior dentro de su móvil, su espacio virtual de ocio y comunicación con otros semejantes como ellos que tampoco creen que haya nada más allá. Hoy, queridos hermanos, la Iglesia vuelve a ponerse de parte del poder, como históricamente ha hecho.

Quieren que tengamos fe, que es creer en lo que no se puede ver. Y eso es lo que quieren que tengamos, también desde Europa, desde las cédulas de decisión de la troika: fe. Creer que la austeridad, los recortes, la opresión va a traer una dicha eterna, crecimiento, creer que una cerilla encendida en un bosque seco (porque estamos ya secos y ni las lluvias que se anuncian van a refrescarnos) va a traer la frondosidad del paraíso perdido. Tiempos de herejía, dominados por grupos radicales izquierdistas que cuestionan científicamente un modelo de ‘negocio’ basado en la fe ciega, sorda y, sobre todo, muda.


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