Arrasados nuestros ahorros, enajenados nuestros recursos, aniquilada nuestra sanidad, subastados a la baja nuestros contratos de trabajo, expoliadas nuestras pensiones, ultrajados en nuestra educación, sólo nos queda el espíritu. El alma, la dignidad, el insomnio.
Es un robo sistemático y del sistema. Con publicidad y engaño. Con los medios informativos o caverna comprados por los ladrones. Con mordaza. Con ocultación y alevosía. Con el silenciador de pactos debajo de la mesa. Con expolio de la verdad.
Nos roban desde los presupuestos generales. Desde las obras concedidas a empresas donantes. Desde las financiaciones irregulares e ilegítimas, desde los “sobres”, desde las donaciones, desde las Comunidades Autónomas y sus “canales”. Desde las Diputaciones y Ayuntamientos. Desde las concejalías de Urbanismo, desde la Fiscalía General y la Anticorrupción. Desde la Justicia y los justiciantes. Desde los tanques y los aviones. Desde los ERES y las Formaciones.
Nos roban sin pausa ni descanso. Nos esquilman y expolian. Nos saquean. Destinan los recursos públicos a sus bancos. Evaden impuestos. Legislan para “su” minoría. Se apoyan y entrecruzan. Se disfrazan de demócratas y son sumisos a sus “amos”. A sus Ibexs y a sus Obispos. A sus realezas y sus negocios.
No somos nada. Somos un remedo de ciudadanos y de democracia. Un esperpento cruel de gobernantes con fiebre neoliberal, que sacrifican sin pestañear en la hoguera capitalista a los hombres, las mujeres, el hambre, la salud o el derecho. Sin límites. Los que hagan falta. Aunque desgarren, asesinen o envilezcan a una nación y a sus ciudadanos.
Somos su botín y sus garantes. Si no reaccionamos siempre pagaremos nosotros y ellos, los gobernantes del fraude, nos venderán su mercancía averiada, su pestilente democracia de ladrones.
Cautivos y desarmados, el imperio de la mentira y el crimen cruza una frontera fatal, llegando a un despojo extremo: a partir de ahora dejamos de ser ciudadanos y sólo seremos sólo víctimas.
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