Revista Opinión

Nos va la vida

Publicado el 29 julio 2011 por Carmentxu

Cuidado con los mesías que pretenden salvar los trastos tras el desaguisado y promulgan cebarse en lo público como receta para salir de la crisis, acusándolo de un déficit que, en realidad, es el suyo, no el nuestro. Cuidado con esas andanadas gratuitas y populacheras de que hay que acabar con los funcionarios incumplidores, metiéndolos a todos en el mismo saco, generalizando. Cuidado porque, si lo consiguen, nos va la vida.

Nos va la vida

El equipo del Clínic y Sant Joan de Déu (Foto: El Periódico)

Hace unos diez meses, un equipo de cardiólogos y cirujanos de los hospitales Clínic y Sant Joan de Déu, en Barcelona, practicaron en este último hospital un cateterismo, ensanchando la válvula que conecta el corazón con la arteria aorta, demasiado estrecha, a un feto a las 26 semanas de gestación, dentro del vientre de la madre. La malformación, de no tratarse, le hubiera condenado a morir o a una muy limitada calidad de vida. La noticia se dio a conocer ayer, una vez confirmados los buenos augurios y la supervivencia del niño, que ahora tiene siete meses y medio.

La imagen del funcionario no es sólo la de aquel señor tras un mostrador tamponando formularios y papelajos ni el de Vuelva usted mañana, realidad de otra España que ha mutado a tópico amargo. Funcionario es también cada uno de los médicos, enfermeras, anestesista o auxiliar que estuvo en aquel quirófano hace diez meses. También es funcionaria la ginecóloga de atención primaria que fue la primera en darse cuenta en una revisión rutinaria de que algo pasaba en aquel corazón de apenas 20 semanas de gestación y el tamaño de una avellana. Y no tardó en alertar a sus colegas del Clínic. Que el Rey vaya a operarse a este hospital de un nódulo pulmonar no es casualidad ni puede achacarse a su de natural campechano carácter. Que lo tendrá, pero no fue eso.

Nos va la vida

David, sano y salvo (Foto: La Vanguardia)

Y es que en lo público está lo mejor. También lo mejor de nosotros mismos. ¿Deficitario? Sí, siempre. Por eso contribuimos todos a financiarlo y aún así hay que emitir deuda para lo que falta, como infraestructuras de transporte que eviten accidentes y nos hagan más eficientes, también que nos ayuden a comunicarnos, conocernos y crear lazos. Sí, es deficitario, pero ¿cuánto vale la salvación de un hijo, de un padre, de una madre, de un hermano, de un amigo? ¿Cuánto vale esta mirada? Es incalculable y siempre estaremos en deuda.

Una funcionaria de natural tranquila y de buen carácter me decía el otro día que no les importa que nos matemos. Les da exactamente lo mismo a los de las retallades. Casi mejor: más sitio para ellos. Por eso se han reducido, por ejemplo, las inspecciones de Sanidad y por eso se flirtea con la idea de volver a reducir a 14 años la edad mínima para conducir una moto. “Se mataban, Carmenchu, se mataban. Caían como moscas”, añadía. Pero eso poco o nada importa porque los fabricantes de motos estarán contentos. Ya han conseguido que se autorice el tránsito de motos por los parques naturales: un atropello más, otro accidente, un incendio… Y el brrrrrruuummmmm atronador entre la arboleda acechando tras la siguiente curva. Sí, nos va la vida…


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