Alejandro y María se conocieron en la universidad, en ICADE, coincidían en algunas clases y en seguida empezaron a quedar a la salida, un poco a escondidas de sus amigos ;) Tras un año y medio de relación increíble, en una visita sorpresa de Alejandro a Comillas le pidió que se casaran.
"Recuerdo que me puse a llorar y le abracé... La respuesta estaba implícita", comenta María. Comillas es el lugar donde María pasa los veranos, las navidades y todos los puentes que puede. Un destino con unas playas preciosas, mucho verde y unos valles espectaculares que Alejandro también ha disfrutado durante los dos años de noviazgo y donde le pidió matrimonio. Por eso, no podía ser otro el lugar para la boda.María y Alejandro se casaron en Ruiseñada, un valle de Comillas, en la iglesia San Adrián, una iglesia de piedra que data del siglo XV. El abuelo de la novia está enterrado allí, por lo que lo primero que hizo la pareja, ya como marido y mujer, fue dejarle el ramo y rezarle un padrenuestro junto a la abuela de María. María tenía claro que tanto el ramo como el resto de flores de la boda iban a ser hortensias, recién cogidas del jardín de su propia casa. El día anterior María y su familia se pasaron la mañana cortando hortensias del jardín y montando los centros en la iglesia. Para María fue "un plan divertidísimo".
El vestido de la novia era de gasa y crepe georgette, todo seda natural. Lo diseñó y cosió Carlos Martín, un modisto encantador que María recomienda al 100%: "Ha sido un gran descubrimiento (ya tengo dos amigas que se lo están haciendo con él!). Yo buscaba un vestido con movimiento, vaporoso, con cuerpo y buena caída pero que fuera cómodo. Al pobre Carlos le mareé con millones de ideas, pero me frenó y me hizo elegir un par de ellas, ¡no podía meter tantas cosas a un solo vestido! El resultado me encantó. Además, estuve muy cómoda y pude bailar como la que más."
Para los zapatos de novia, María confió en José Illana, donde eliges el tacón, el tipo de piel, el color... y en 20 días los tienes listos. "No quería que fuera blanco ni con tacón de aguja. Así que un ante de color rosa clarito fue la elección", nos confiesa.
Las joyas elegidas por la novia para la ocasión fueron 3: un broche de brillantes de su abuela, que llevó solo en la ceremonia y el cocktail; unos pendientes de brillantes y oro blanco que le regaló su madrina; y el anillo de pedida, una esmeralda con una montura espectacular de oro amarillo y brillantitos.
De la peluquería y maquillaje se encargó Leticia, una estilista local. Hizo varias pruebas porque no daba con lo que quería: la primera fue un recogido, la segunda una coleta y la tercera un semirecogido con trenzas. Finalmente, la misma mañana de la boda improvisaron un poco y el resultado no pudo ser más favorecedor. ¡Viva la improvisación!
Aunque no tenían intención de bailar el vals, accedieron porque a los padres les hacía ilusión. María lo bailó primero con su padre y después con Alejandro, aunque rápidamente pusieron la Bilirrubina, de Juan Luis Guerra, que bailaron más animados ;) Para el vals, María se puso una corona de flores naturales, de Las Martinas Boutique, un detalle muy de moda y muy original.
¡Nos encanta que las novias sorprendan con el estilismo a lo largo de la celebración!
Alejandro llevó el chaqué y chaleco con los que se casó su padre, como recuerdo hacia él, un detalle muy bonito.
La celebración fue en Hostería Castañeda, un sitio precioso. El cócktail fue en el jardín, la comida en el salón, y el baile en una carpa exterior. La recena (hamburguesas con todo tipo de condimentos, perritos y marmitaco) fue en el interior, donde bailaron los más animados.
¡Mucho amor y felicidad para esta pareja de guapos!!!
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