Habría que plantearse si era necesaria la enésima adaptación cinematográfica de este popular vampiro desde que en mil novecientos veintidós, Murnau asombrará al mundo con Max Schreck al frente, pasando por la versión de Herzog con Klaus Kinski y otras por el camino no tan relevantes. Pero si alguien era capaz de darle un nuevo significado y enfoque, sin duda era el realizador Robert Eggers, en cuya corta, pero espectacular filmografía, aún no le hemos visto patinar ni una sola vez, y este caso no es una excepción. Haciendo uso de su aterradora plasticidad visual viviremos en nuestras propias carnes una historia archiconocida, pero transmitida de un modo único y escalofriante, con un alarde sobrecogedor de escenarios y ambientación, y unas actuaciones, sobre todo del siempre terrorífico Bill Skarsgård, que logran ponernos los pelos de punta. No esperábamos menos, aunque no era una tarea fácil.
Mi puntuación: 7/10
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