Revista Psicología

Notas de viaje en el mar de la incertidumbre

Por Paulo Mesa @paucemeher
Notas de viaje en el mar de la incertidumbre

Estar sin trabajo y sin ingresos fijos indudablemente te pone a ver la vida distinta. Estos días han sido una verdadera prueba en muchos sentidos. Cuando la inquietud aparece y se empieza a volver molesta, la solución rápida y efectiva es volver al momento presente, volver al propósito y dejar en claro la respuesta a la pregunta ¿Por qué estás aquí?

Hace poco estuve en una agradable entrevista de trabajo donde mi entrevistadora me dijo algo como: "Admiro mucho a la gente como tú que tiene la valentía de vivir de acuerdo a sus principios y que es capaz de hacer realidad lo que sueña". Este comentario me puso a pensar en muchas cosas y aquí van las lecciones:

Minimalismo riguroso

Cuando tienes un ingreso fijo (sueldo) te vuelves indisciplinado con los gastos. Por más presupuestos y cosas que hagas, en realidad la sensación psicológica de que "el mes entrante vendrá más dinero" hace que te vuelvas un derrochador y que te sientas tentado a consumir sin sentido y a meterte en más deudas.

Lo más sorprendente es que, aunque no pueda decir que esté en quiebra y sin ingresos, tampoco estamos en una situación de holgura. La 'holgura' es otra sensación psicológica de que "tengo margen para desperdiciar dinero". Hoy en día gasto en lo que hay que gastar, consumo lo que hay que consumir y priorizo lo necesario e importante, no tengo holgura pero me sobra sencillez financiera.

Se pueden hacer muchas cosas

Dejar de ser empleado por un tiempo, sin que me sintiera en vacaciones, ha empezado a mostrarte que el mundo está lleno de cosas por hacer, de oportunidades, de retos, de proyectos, de libros por leer, cosas por escribir, lugares por conocer, experiencias por vivir. Me parece una novedad tomar el metro a las 11:00 AM, no martirizarme por el tráfico o por el horario o poder almorzar en mi casa lo que yo mismo cocino. Es una vida tranquila, distinta, exótica, novedosa.

El mundo me ve distinto ¿O fui yo el que cambió?

Temía que una vez que dejara de ser empleado muriera de hambre... Por el contrario, lo que ha pasado es que ha aumentado la cantidad de gente que desea invitarme almorzar o a cenar... y mi amor por la cocina, además del tiempo para cocinar, también se han recuperado.

Es curiosa la forma como la gente te mira cuando le dices que no tienes trabajo. Te tratan con un rostro de pesar e inquietud; también te encuentras con gente que te mira con cierta lástima. Personalmente no me hago un lío de eso, ni me ofende, ni nada por el estilo. Todas estas reacciones hablan más de quien las siente que de mí. La mayoría de la gente con la que me topo lo único que tienen para vivir es su empleo, por eso piensan así con ese miedo.

No niego que sería genial tener un empleo nuevamente, pero no es el fin del mundo no tenerlo. También queda un pequeño reducto de gente que me da ideas, me plantea proyectos, me propone cosas y me ayuda a ver posibilidades. Cada vez más busco rodearme de gente así. Ya empiezan a pasar cosas.

La vida laboral reseca la creatividad

Hablo por mí, no puedo tratar esto como una generalización, pero desde que las aguas se han calmado y las cosas en la nueva vida se han puesto más claras, me he vuelto una máquina de ideas, de proyectos, de nuevos propósitos. Ahora lo que sigue es empezar a plasmar todas esas ideas, armar los equipos de trabajo para hacerlas realidad y empezar a ejecutarlas.

Lo que me he dado cuenta en estos dos meses, es que la vida laboral, más que retos de creatividad, lo que te plantea es escollos por resolver... y son como tiros de un arma automática, uno tras otro sin parar, sin tiempo para respirar, solo haciendo, haciendo y haciendo, toda tu atención se va en resolver atranques, más que en mejorar y crear... y al final volver a casa fulminado, sin energía.

Nacen nuevos valores

Tengo la verdadera riqueza del siglo XXI: el tiempo. Esta es la era sin tiempo y yo lo tengo todo ahora mismo. Incluso con un bebé al que hay que atender y sobre todo amar... tengo mucho tiempo para aprender de él, gozar de su compañía, cambiarle pañales, bañarlo, asolearlo y jugar con él. El reto ahora es administrar ese tesoro sin despilfarrarlo. Que, de paso, es uno de los mejores legados que puedo darle a mi hijo. Volver a la vida laboral será por inspiración y reto, no por "desesperación".

Una paz extrañamente real

El mar de la incertidumbre no sé a dónde nos lleve, aunque igual sepa dónde quiero llegar. Lo que es innegable, lo que nadie me puede quitar, es la tremenda paz que se siente. Cuando aparecen tormentas y el barco se siente en riesgo, vuelvo y miro y veo los tanques con buenas reservas, hay buen clima, somos buenos navegantes e inexorablemente llegaremos a alguna costa. El tema es saber elegir dónde desembarcar, el tema es saber hacia dónde navegar y ser consciente de que ya fui capaz de cambiar de puerto. Sentir que ya puedes hacer algo y que incluso volverías hacerlo, da mucha paz.

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