Notas escolares del primer trimestre.

Este año estoy muy agradecida a mi hijo con el trabajo escolar realizado. Sabía que podía confiar en él, y debía intentar demostrárselo (como os conté aquí) para que él descubriera que también era posible lograr por sí mismo lo que hasta ahora él creía que había conseguido con mi ayuda. Pero además debo agradecerle que me permitiera poder dedicar un poquito más de mi tiempo a su hermana, que ahora también lo necesita de igual forma que lo pudo disfrutar él.

Cuando salió del colegio con sus notas, y nos montamos en el coche podía vislumbrar en él la esperanza de una valoración justa a su trabajo durante el primer trimestre. Y es que por mucho que le haya explicado lo que de limitado se muestra en unas calificaciones, por experiencia sé que esperamos ese momento también como una muestra de valoración ajena por todo lo realizado en el colegio.

Lo primero que me dijo fue: mamá, son unas buenas notas, y me las he sacado casi yo solo. Casi no, hijo, le dije, te las has sacado tú (ya no solo porque en este trimestre solo le había ayudado a aprender a escribir poemas, el procedimiento de dividir por tres cifras y la propiedad distributiva de la multiplicación) sino porque había demostrado por sí mismo capacidad de sacrificio, de esfuerzo, de dedicación y superación; además de otros valores que nunca reflejarán unas notas escolares.

Luego ya me dijo que él había dado todo en religión pero que la hermana le había dicho que ella no daba sobresalientes en el primer trimestre y que su sorpresa había sido con la maestra de lengua (con la que al principio se enfadó) porque también había sacado sobresalientes en los exámenes y siempre decía que estaba muy orgullosa de su cuaderno (pero le dije que debía entender que hay profesores que siempre quieren mantener el reto en los alumnos de superarse en cada trimestre, y que debía demostrarle que él siempre intentará dar lo mejor de sí mismo independientemente de las notas), y le enseñé la nota escrita que había puesto como guiño para que supiera que estaba igualmente orgullosa de él aunque no le hubiera dado el SB) No obstante entendí su malestar, son de esas cosas de las que dialogamos en nuestra #filosofíadeandarporcasa

Creo que el secreto que hay detrás de esas notas es:

• Prestar atención en clase: descubrir que lo que se trae aprendido de clase supone menos trabajo en casa, y por lo tanto más tiempo para disfrutar de otras cosas. Eso lo ha aprendido por sí mismo a base de experiencia. El año pasado dedicaba mucho tiempo por las tardes, así que ahora aprovecha el tiempo en clase para traerse menos.

• Los  deberes: es capaz de hacerlos rápidamente, pero sabe que si atiende a detalles como subrayar (lo cual refuerza su memoria fotográfica), utilizar colores, usar dibujos… está indicando que no se conforma con dar el mínimo, sino que entiende que el valor añadido a un trabajo viene por lo que él con su particularidad puede hacer de forma original y diferenciada. Los deberes suponen un extra que mejora siempre las calificaciones. Al principio no me creía, pero ahora lo ha podido comprobar. Todo trabajo tiene su recompensa.

• Estudiar: le dicen con varios días de antelación cuándo habrá examen, así que lo que hace es estudiar el primer día, el segundo repasa, el tercero también, y así hasta que llegue el momento. Eso le cuesta, no te lo voy a negar: él cree que si se lo sabe, se lo sabe y punto, pero ahí tiene mi ayuda para seguir apoyándole  y llegar a acuerdos. Es una visión a futuro. Sé que ahora se lo sabe, pero prefiero que aprenda el hábito del trabajo continuado para cuando lleguen otros momentos.

• Participación en clase: eso es de lo que más le ha costado probablemente por su timidez pero con trabajo familiar y tiempo también lo está consiguiendo. Con ello demuestra también su capacidad de superación y de vencer sus propios límites.

• Sacrificio: sabe que después de todo trabajo llega la recompensa, así que pasa sus vacaciones haciendo todo aquello que no suele hacer durante el curso con toda la intensidad de la que le es posible. Y tiene mi total libertad y confianza. Él decide cuánto tiempo ve la tele, cuánto tiempo juega a videojuegos, cuándo hay que ir al cine, cuándo se acuesta… Igual que él confía en mí durante el curso, yo confío en él durante sus vacaciones.

• Trabajo familiar: de valores y emociones sobre todo, educando las suyas y controlando las propias, porque ser madre es el trabajo más complejo que haya desempeñado hasta la fecha; y mucho aprendizaje disimulado con el juego y el diálogo para que llegado el momento tuviera recursos que facilitaran cualquier tarea escolar. Sin duda he sacrificado mucho de mi tiempo, no lo negaré. Había días que llegaba del trabajo y me quitaba el abrigo mientras ya le estaba ayudando. Había días que la confianza que da ser hijo y yo madre me dolía en el corazón y habría deseado poder permitirme el lujo personal de llorar y abandonar, o concederme más atención a mi misma que a ellos. Pero tenía la certeza de que llegaría ese día en que empezaría a recoger el fruto de todos los años que estuve sembrando. Y ese día coges tu orgullo y dices: mereció la pena creer en mi y creer en él, porque ya lo tienes encaminado y te empieza a devolver cualquier ayuda que le pudiste brindar en ayuda para ti y los demás.

No presumo de nada en esta vida, pero me permitirán que presuma de hijos porque he dedicado mucho de mi propio tiempo a ellos, me he sacrificado mucho, y porque me demuestran que devuelven multiplicado lo que yo haya podido darles, además de porque me apetece transmitir a quien me pueda leer que nada de lo vale la pena se consigue gratis, pero que tengan la suficiente confianza y certeza de que siempre hay recompensa detrás de cualquier dedicación. Y si se trata de hijos… la recompensa es la mejor de todas, no por las notas ni mucho menos, sino por lo que te demuestran en su crecimiento día a día. Nunca suelo hablar de cualidades peculiares de mi hijo, pero sí hablo mucho del trabajo familiar que hay detrás, porque ese es el que puede serviros también a quienes me leéis.

Y es que son las cosas pequeñas del día a día las que hacen grandes a las personas el día de mañana. Es nuestra pequeña revolución familiar.

En cuanto a la peque, qué contaros… Creo que esta nota, además de sus logros obtenidos también en la escuelita reflejan el resultado del trabajo familiar que hacemos en casa. ¿Cuántas veces he hablado en el blog de cómo nos gusta jugar con las canciones? ¿Cuántas veces os he mostrado juegos para favorecer la atención sostenida? Ahí está de nuevo el resultado de un trabajo familiar basado en una crianza amorosa, positiva y emocionalmente educativa.

Entenderéis que me moleste que la gente me siga diciendo que tengo suerte con mis dos hijos. A no ser que al trabajo familiar lo llamen suerte…

Y os digo una cosa más: este mismo sentimiento de orgullo lo tendría si el trabajo personal de mis hijos fuera el máximo que pudieran dar de sí mismos aunque las notas fueran otras. Cuando uno consigue algo dando lo mejor no hay satisfacción mayor que lo supere, independientemente de que se lo valore nadie más.

No volveré a enseñar notas de mis hijos, pero esta vez creía que debía hacerlo como final de una etapa (en cuanto a ayuda familiar con tareas y demostrar que hecho eso llega el momento de confiar en ellos), y porque quería servir de aliento a todas esas familias que me leéis y confiáis en mí cuando os hablo de educación familiar para inspiraros en la vuestra. Quería mostrar que detrás de unas buenas notas también hay mucho trabajo familiar, y animaros a quienes incluso tenéis pequeños de la edad de mi hija a confiar en que todo el tiempo que dediquéis a vuestros hijos tiene su recompensa. Porque no son las notas, sino el camino de aprendizaje recorrido y en el que se encuentran por el que podrán avanzar hacia su futuro lleno de posibilidades que solo ellos determinarán.

¿Creéis que las notas escolares también reflejan el trabajo familiar realizado?