España es un país en el que las ilusiones se van rápido, las decepciones se acumulan, y en el que cualquier español se da cuenta de que hay algo que está fallando desde hace siglos, lo que produce un cansancio histórico.
Arturo Pérez-Reverte.
Van ustedes a permitirme una pequeña dosis de auto-bombo para poder introducir el tema a tratar. Administro una página web llamada DeVuego, centrada exclusivamente en dar cobertura a videojuegos desarrollados en España. Este proyecto incluye entre otras cosas una base de datos de videojuegos que recopila, entre otros muchos datos, análisis publicados en diversos medios de cada videojuego y hace una media de la nota entre todas aquellas que incluyan una puntuación. Una especie de Metacritic, en esencia, pero con la particularidad de calcular, además de la nota global, una nota media parcial diferenciando medios extranjeros y medios españoles.
El caso es que tras añadir más de 1400 críticas, análisis, reseñas o como quieran llamarlas (su denominación adecuada daría lugar a otro debate), y aunque por supuesto no las he leído todas -ni siquiera un porcentaje decente de ellas- , a golpe de vista he extraído frases y comentarios que me han llamado poderosamente la atención. Y por supuesto del estudio de las diferencias -a menudo muy notables- entre las notas otorgadas por medios extranjeros y las otorgadas por medios españoles a un videojuego español puede uno extraer muchas conclusiones, o cuanto menos en mi caso, hacerse muchas preguntas.
Fuente: DeVuego BD
Es importante hacerse a la idea de que España nunca ha sido una gran productora de videojuegos. Lejos queda ya esa célebre era dorada que vivió a caballo entre los 80 y los 90 -enaltecida en demasía, según algunos, por la nostalgia- donde los medios de prensa especializada, en cantidad puramente testimonial, trabajaban de una manera radicalmente diferente a como lo hacen hoy en día. La producción durante los 90 fue muy escasa, con Dinamic Multimedia como mayor protagonista y Bit Managers, Exelweiss o Revistronic como actores de reparto. Aunque en los 2000 se sumaron Pyro Studios, Rebel Act, Pendulo Studios, Virtual Toys o Enigma como estudios destacados, y si bien no solía faltar calidad, durante dos décadas la producción española de videojuegos ha sido prácticamente anecdótica.
Hablo de cantidad porque me imagino que es difícil para la prensa especializada de un país hablar con normalidad de videojuegos creados dentro de sus fronteras cuando esta situación es a todas luces extraña. Y creo que esta situación extraña hace que los periodistas -profesionales o no- se encuentren en una difícil tesitura a la hora de enfrentarse con el análisis o la reseña de un videojuego español. Parece surgir una mezcla de ilusión y desconfianza que suele dar como resultado valoraciones que rayan desde la condescendencia al asombro, pasando por el desprecio absoluto o la exaltación desmedida. Parece que no hay un modo neutro, imparcial, desinfectado, de manifestarse ante la crítica del videojuego patrio.
Este juego es tan bueno que no parece español.
Un medio cualquiera.
Esta frase, igual o parecida, pero con el mismo significado, me la he encontrado en más de una ocasión durante mi periplo en la búsqueda de valoraciones para incluir en mi web. Como se suele decir se dice el pecado pero no el pecador, aunque puedo decir que pecadores en este caso me he encontrado bastantes. Parece representar un sentir extendido no sólo entre la prensa, sino también entre los jugadores de este país. ¿Y por qué?
Podríamos entrar ahora en una reflexión que va mucho más allá de los videojuegos, y que penetra en lo más profundo de nuestra esencia como habitantes de este país llamado España. Se trata de la percepción que tenemos de nosotros mismos: “vagos”, “jaraneros”, “pícaros”, “trepas”, “país de pandereta”, “país de chorizos“, etc, etc. Por lo general tendemos a despreciarnos como seres humanos entre nosotros. “Lo que se hace aquí no se valora, lo que viene de fuera sí”, y múltiples sentencias similares las hemos escuchado a menudo durante toda nuestra vida. Es, al mismo tiempo, una recriminación por ser como somos y una condena por esa recriminación. Somos así, quizás.
Este es un país de delincuentes y chorizos.
Julio Anguita.
La crítica de videojuegos españoles desde medios españoles sufre, como no podía ser de otra manera, de esta crítica del español medio y por tanto es difícil encontrarse, por lo general, con una valoración estándar, normalizada, similar a las que se hacen de los juegos extranjeros. Ya sé que la “crítica objetiva” es prácticamente un oxímoron, pero sí creo que al menos esa subjetiva objetividad del crítico no debería verse tan impregnada del apartado terrenal, sea para bien o para mal.
Llevo años escribiendo análisis de videojuegos y aunque con los años he cambiado la forma de enfocarlos y -quiero creer- he mejorado en su calidad, hay un apartado que creo he intentando mantener: la crítica constructiva. No soy desarrollador ni un gran conocedor del mundo del videojuego, pero como jugador veterano sí creo que puedo aportar mi visión no sólo de en qué falla un videojuego, sino también de qué podría haber hecho para ser mejor.
Un juego hecho por 4 gatos españistanes, que posee unos graficos mierder, un desarrollo de juego que va ‘a trompicones’ y en donde tienes que dar mas vueltas que una peonza para avanzar en el desarrollo le encasquetais una puntuación de 8’5?
Tocate los cojones ni la hobby controlas bufa tanto sus puntuaciones se nota que os han pasado un maletín a la hora de hacer el analisis…
El usuario medio español [Nota del editor, se han respetado las faltas de ortografía originales de la cita].
Esta parte de la crítica ha cobrado especial importancia desde que me he centrado en el videojuego español desde el enfoque de alguien que quiere apoyarlo de algún modo. Es común que la gente que colabora conmigo me pregunte “¿Y si el juego es malo?” Mi respuesta es sencilla: si el juego es malo, hay que decirlo, pero sobre todo, hay que decir por qué es malo y cómo podría mejorarse. De hecho, en el medio que dirijo creo que podemos estar orgullosos de ser críticos con los videojuegos que no nos han gustado, de decir abiertamente que no son buenos juegos, pero al mismo tiempo exponer claramente esos motivos.
Todas estas flores vienen a colación de cómo creo que debe enfocarse la crítica de videojuegos en general, pero especialmente si lo que estamos tratando es un producto que pretendemos apoyar. En el caso del videojuego español para mí no es una cuestión de patriotismos, es la mera búsqueda de un denominador común y cercano que pueda usarse como punto de apoyo para impulsar de un modo controlado y eficaz un medio artístico que me apasiona. Siempre he preferido centrarme en un núcleo pequeño que ayude a expandir la periferia.
El que lo vea de un modo ciegamente patriótico y pretenda enaltecer el videojuego hecho en España por esta mera característica estará haciendo un flaco favor a nuestra industria. La prensa especializada debe crecer de la mano de la industria, madurar a su lado y ser capaz de apoyar de un modo visible pero crítico -más todavía si cabe- al videojuego de su país. De hecho, creo que es mucho más productiva la indiferencia ante el hecho de la procedencia o la nacionalidad de sus desarrolladores, que tratar de disimular vagamente una adulación forzada.
Uno de los mejores halagos que te pueden hacer aquí en España es “hostia, este juego no parece español”. ¿Sabes? Es un halago fantástico.
Antonio Iglesias (Kraken Empire)
Para los del otro bando, aquellos que pretenden hundir, difamar o ridiculizar un videojuego por el anecdótico hecho de ser español, poco puedo decir. Sí puedo dirigirme a aquellos que se sorprenden de la calidad de un videojuego realizado dentro de nuestras fronteras. Creo que está sobradamente demostrado que en España hay un gran talento para la producción artística y que, a pesar de los clichés, sí tenemos una enorme capacidad de trabajo. Las mayores barreras que tenemos son generalmente de tipo gubernamental, de un sistema burocrático arcaico y entorpecedor que bloquea la iniciativa de muchas personas talentosas que se ven sobrepasadas por las barreras de acceso y ceden ante la desesperación. Pero sí, aquí tenemos la materia prima para realizar excelentes trabajos en cualquier medio, incluido el videojuego.
A continuación cito algunos ejemplos de videojuegos que han sufrido una visión netamente diferente en base al origen de la crítica.
En el caso de Castlevania: Lords of Shadow, la diferencia es resaltable tanto en la primera como en la segunda parte, pero especialmente en la segunda, donde creo que todos, tanto jugadores como críticos, coincidimos en la clara bajada de calidad respecto a la primera incursión de MercurySteam en la saga de Castlevania. No obstante, parece que esta es más marcada para la prensa extranjera que para la española. ¿Duele criticar un videojuego español o simplemente duele criticar un juego triple A? Es difícil valorar la razón, pero a mi juicio me parece más que obvio que nos ha costado no valorar positivamente el que ha sido uno de las producciones más importantes de la historia de nuestro videojuego.
En lo que respecta a la aventura gráfica independiente de Nexus Game Studio, Randal’s Monday, muchos aluden a un sentido del humor de gusto claramente español -una de las principales bazas del juego- como razón de que el juego no haya triunfado fuera de aquí. No obstante, una diferencia de 20 puntos es muy significativa como para achacarla únicamente a una percepción diferente del humor, y más cuando, curiosamente, algunas de las notas más altas han venido precisamente de medios extranjeros. A mi juicio, y es precisamente lo que critiqué en mi análisis, se trata de un homenaje tan fiel a las aventuras clásicas que no aporta prácticamente nada. Para muchos medios nacionales esto ha sido un acierto, mientras que la gran mayoría de los foráneos han castigado duramente esta falta de innovación.
El cuanto al videojuego Zack Zero, del estudio independiente Crocodile Entertainment, nos encontramos uno de los casos más dramáticos que he encontrado. Las críticas se polarizan claramente hacia un lado u otro en base a su origen. A mi juicio, y sin entrar a juzgar la calidad del título, que personalmente no he jugado, creo que podríamos achacar esta aparente generosidad con las notas a la fecha de salida del juego. En 2012 nos encontramos ya en plena ebullición del videojuego independiente a nivel mundial, pero en España, aunque la producción era ya excelente en cuanto a cantidad, se centraba principalmente en dispositivos móviles. Zack Zero fue de los primeros videojuegos independientes españoles en lanzarse en PC, aparecer en Steam, etc. y además contaba con el pedigree de haber sido desarrollado por varios ex-Dinamic Multimedia (Carlos e Ignacio Abril, y Alberto Moreno) lo que lo convertía en una perita en dulce para la prensa nacional, que masivamente lo valoraba con notables altos, contrastando con los aprobados y suspensos de los medios foráneos.
Antes de triunfar a nivel comercial con su saga multimedia InviZimals, el estudio madrileño Novarama debutaba en la industria del videojuego que mezclaba acción y estrategia, con un look radicalmente diferente al de sus posteriores trabajos: Fallen Lords: Condemnation. En este caso, y aunque el número de críticas no es tan significativo como en los casos anteriores, llama clamorosamente la atención la polarización de las notas. Es justo indicar que sólo uno de los medios españoles le otorga una nota superior al 8, y que el resto se mantiene entorno al 6-7, por tanto la diferencia no sería tan exagerada como muestra la media final. No obstante, parece bastante coherente pensar que la incursión en el año 2005 de un videojuego español con el aspecto de Fallen Lords en una época tan “triste” para el desarrollo en este país, habría “ilusionado” especialmente a los medios. Siendo el juego mediocre -como parece que es- y siendo suspendido por la práctica totalidad de los medios extranjeros, parece que hay una leve condescencia con el título por parte de la prensa española haciendo que la apreciación pase del suspenso o el aprobado raspado hasta el “bien” o el notable alto.
AR-K, el videojuego del estudio Gato Salvaje, parece otra aventura gráfica que sufre de las diferencias de criterio en este género en concreto, tan querido dentro de nuestras fronteras, pero cuya fuerte carga narrativa, de diálogos y sobre todo de diversas convenciones del humor parece influir negativamente cuando los trabajos realizados aquí son analizados por la prensa extranjera. Aunque entre la propia prensa nacional hay disparidad de opiniones que van desde el notable alto al “bien”, los medios foráneos parecen más claramente centrados en suspender el videojuego del estudio gallego.
Volvemos con Novarama, y en este caso con la primera edición de su conocida franquicia. InviZimals es un tipo de juego muy particular, con un público objetivo muy concreto, y que quizás no es el típico juego que analiza -o deba analizar- cualquier redactor. Probablemente las críticas sean dispares por este motivo, pero aunque vemos algún medio extranjero dando muy buenas -y muy malas- notas al juego de PSP, en conjunto se aprecia una tendencia hacia el notable bajo y el aprobado, mientras que la prensa española apuesta por un notable alto tirando hacia el sobresaliente. Estamos en el año 2009, la antesala de la explosión de juegos indie en España. El juego de Novarama, con el apoyo de una grande como Sony, está teniendo una repercusión mediática inédita para un videojuego hecho en España, y es entendible que esa ilusión por ver un videojuego patrio alcanzando cuotas de popularidad tan grandes haya motivado especialmente a la crítica. No obstante, tampoco tenemos una muestra de críticas españolas significativa como para tener una visión más amplia.
Hasta aquí algunos ejemplos que decidido destacar, pero tenemos más:
Repito -por si no ha quedado claro en mi introducción- que no pretendo hostigar a la prensa, ni dar clases ni ejemplo de nada -no soy quien para ello-. Soy un mero espectador que, por interés y por coincidencia, ha podido observar una situación que le ha parecido llamativa, y que sinceramente creo que no es infundada -a los hechos me remito-: la prensa española tiene un claro problema para analizar videojuegos españoles con la neutralidad adecuada. A veces por exceso y otras por defecto, a menudo con buenas intenciones y en no pocas ocasiones con ánimo de escarnio, no hemos conseguido dar con el baremo adecuado para juzgar honestamente a nuestro vecinos a la hora de desarrollar videojuegos.
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